09 octobre 2012

"El terrorismo occidental". Extraits en espagnol (3). Por una geopolítica del siglo XXI : semillas de esperanza



                                                 CAPÍTULO    VII

                    Por una geopolítica del siglo XXI :

                               semillas de esperanza




¿ Y ahora ? La alternativa a la mundialización.

Estas páginas no son un libro.
Son una declaración de guerra a los “ordenántropos”.
El ordenántropo (pulula por todas partes en nuestros días) es un ser prehistórico, prehumano, que ve en el ordenador una especie de « inteligencia artificial », que le daría un sentido y un objetivo a su vida y no una máquina maravillosa, que simplemente, es capaz de entregarnos los medios para construir o destruir el mundo.  
Si el siglo XXI sigue por este camino, si sigue conducido en la senda del siglo XX (el más sangriento de la historia) por ciegos todopoderosos, no durará cien años, y en ese caso, estaríamos asesinando a nuestros nietos.
Entonces, ¿por qué hablar de Dios ?
Justamente para reagrupar -a veces desordenadamente- algunas semillas que nos ayuden a reflexionar. Semillas nacidas de la experiencia desgraciada de un siglo maldito, para ayudar a aquellos que no quieren ser los hombres del fin de los tiempos, aquellos que piensan que es posible y que podemos vivir de otra manera.

Sembramos semillas de porvenir.
Para vivir de otro modo.
Para vivir.


                                                                ***


¡ No! El porvenir no fue escrito de antemano en Asia (ni en otra región) por los « play-boys de las business schools ». Los esquemas históricos concebidos por y para Europa -la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, el socialismo-  fueron aplicados a los países asiáticos, en circunstancias que esa región del mundo conoció durante milenios otros tipos de organización socioeconómica. Carlos Marx, no construyó una « filosofía de la historia » compuesta por etapas rígidas, inevitables y válidas en todo tiempo y lugar. En « La Ideología Alemana », ya señalaba que esta sucesión de regímenes históricos era válida a lo más, en los países mediterráneos y que se aplicaba difícilmente en los países germánicos y nórdicos. Más tarde, aun si la historia de los pueblos fuera de Europa le era mal conocida, enunció la hipótesis del « modo de producción asiático », que no entraba en el marco del esquema dogmático. En 1931, los teóricos sectarios de la Unión Soviética, excluyeron a esta categoría. Incluso en 1962, le reprocharon al Centro de Estudios e Investigaciones Marxistas, que yo dirigía por entonces en París, de haber incitado a especialistas como Godelier, Chesneaux y Suret-Canale, a profundizar su estudio.
Incluso en nuestros días, la mayor parte de los profesores occidentales no pueden escapar al etnocentrismo y confunden el sistema de castas hindú, con lo que fue la esclavitud occidental o el feudalismo chino.
Para comprender el mundo de hoy, es necesario más que nunca estudiar la especificidad de los modos de desarrollo de los países no occidentales. Por ejemplo, el régimen soviético confiscó las tierras a los latifundistas, mientras que en el Japón de los « Meiji », se había procedido de otra manera, transformando en menos de un siglo a los señores feudales en propietarios de industrias, sobre la base de estructuras muy diferentes en lo relativo a las relaciones que tenían con la mano de obra industrial utilizada.
Hoy sería en muchos casos muy difícil clasificar automáticamente a tal o cual país asiático como capitalista o socialista. Varios de ellos de poca importancia, han llegado a ser apéndices subordinados de los grandes países capitalistas europeos o de los EEUU. Pero para aquellos cuya extensión territorial o su potencia creativa les ha permitido -a pesar de los años de presencia colonial- una evolución relativamente autónoma, el análisis debe ser más prudente, y a una escala diferente ; es el caso de China, Irán, Japón, India, Malasia y otros.
Los proyectos de China e Irán, representan una alternativa real a la « mundialización », a la hegemonía del capitalismo más brutal : el de los EEUU.             
Cierto, han logrado reagrupar a otros países en pos de esta empresa de alcance mundial -que pretende ayudar al salvataje del futuro de la tierra y de la humanidad-, pero todavía subsisten entre algunas grandes naciones, transformaciones inciertas y equilibrios inestables, por lo cual nos sería difícil definir desde ahora su destino o decisión final. Fuera de la inmensa Rusia -cuyo porvenir nadie puede predecir con certeza- esbozaremos algunas hipótesis de trabajo sobre los países asiáticos que están hoy en día en plena mutación. Occidente se adueñó durante siglos de su futuro, mediante la guerra del opio en China, el diktat del comodoro Perry en Japón, la colonización directa llevada a cabo por Francia en Indochina y de Holanda en Indonesia. En nuestros días, dichos países buscan un futuro propio, con la prolongación de su historia y cultura milenarias, capaces de integrar lo que en las técnicas de Occidente, puede ayudar a la realización del hombre y no a su destrucción.
Un retorno puro y simple al pasado so pretexto de mantener intacta sus identidades es una tentativa absurda de algunos integristas, quienes rechazan sistemáticamente todo lo que en la técnica de Occidente ha contribuido a ampliar las posibilidades del hombre.
De igual modo que es no sólo absurdo, sino criminal, tomar la tendencia inversa, esto es, confundir modernización con occidentalización y acceptar la invasión de Coca Cola o de la violencia de las películas de Hollywood, en detrimento de los zumos de fruta nacionales; las gesticulaciones a veces sangrientas en los Night Clubs, en lugar de las epopeyas de Ramayana, de las danzas litúrgicas de Balí, las pinturas Song y las películas de Kurosawa o Misoguchi.
La implosión de la esperanza socialista en la URSS, o el fracaso de aventuras financieras en pequeños  países contaminados por un purulento Occidente norteamericanizado, han provocado una inmensa desilusión.
Las dudas actuales y las alternancias en la dominación política -en Japón e India y también en Malasia- son crisis de orientación en las que se juega el porvenir del mundo. La balanza se inclinará por la imitación de las enfermedades de un Occidente norteamericanizado, o se encontrará un punto de equilibrio, donde los « valores asiáticos » fundamentales, 
-tradiciones brahamánicas, valores caballerescos del Japón antiguo y la sabiduría budista- sabrán integrar y controlar el poderío de la técnica, poniéndola al servicio de todos.
       
El cuestionamiento del « modelo occidental », que otorga al mercado el papel de regulador de las relaciones personales o sociales, causa en Asia la muerte de miles de personas debido al hambre y desnutrición. El desempleo y la exclusión,  que aumentan incluso en Europa, muestran que las catástrofes que se han producido desde 1997 en ciertos países de Asia -« los dragones »-, no es una simple « crisis asiática », sino que se trata de una crisis del capitalismo a nivel mundial, que involucra a América del Norte, del « ALENA » -acuerdo de miseria y servidumbre entre los EEUU, México y Canadá-, a Europa, incapaz de forjar una verdadera unidad, como no sea aquella del mercado único y sus competencias salvajes, donde el dólar ejerce una tutela sin contrapeso sobre el « euro ».
India vivió siglos sometida económica, política y militarmente, con su secuela de hambrunas y divisiones entre musulmanes y hinduístas, sabiamente alentadas por el ocupante con el fin de dividir para reinar.  
Vietnam sufrió la desvergonzada explotación del colonialismo francés, luego, el napalm norteamericano. Ese es el doble rostro de Occidente en Asia.
El ejemplo de Japón es característico. Durante largo tiempo trató de mantener sus tres tesoros : el empleo de por vida, el salario indexado a la antigüedad en el trabajo y el sindicato de empresa, mediante el desarrollo aplastante del dogma liberal de la « flexibilidad », es decir, la « productividad » como en los EEUU, donde el obrero es un objeto desechable o comprable en condiciones siempre más precarias, según las necesidades de la empresa.
Hoy está claro que la crisis de 1997, no fue una crisis « asiática » que golpeó en primer lugar a las empresas occidentales instaladas en Asia, para luego producir un naufragio general, cuando las inversiones escasearon. Hasta ese momento el FMI y el Banco Mundial trataban de colmatar las fisuras mediante préstamos ligados a una sumisión política rigurosa, como en México, donde se aplica estrictamente el « libre intercambio » entre socios desiguales, que permite a los tiburones, engullir « libremente » a los peces más pequeños.    
Las ideologías occidentales del fin del mundo se disipan hoy, incluso en los países que fueron su mantillo mortal, como se disipa la bruma de los bajos fondos cuando los primeros rayos del sol iluminan las cimas, aquellas desde las cuales se llama al hombre a cumplir con su destino : el de la unidad divina del mundo.
                                                            ***

Las soluciones concretas

En esta etapa, donde podemos hacer un balance provisorio sobre el fracaso mortal que se perfila en el horizonte del planeta, tenemos que interrogarnos acerca de las responsabilidades que incumben por este naufragio.
El fracaso se debe a la gestión desastrosa desarrollada por los mecanismos ciegos del mercado, cuyos mandos supremos están en las manos de un puñado de tiburones.
Nos queda poco tiempo para poder fijar claramente nuestro objetivo y esbozar los medios de alcanzarlos.
De los que se trata en primer lugar es de evitar el naufragio del navío Tierra.

                                                              ***

Las soluciones « con rostro humano » son bastante evidentes. Mientras el sistema admita que unos sigan siendo insolventes en el mercado del consumo  y otros inútiles en el mercado del trabajo, seguirán existiendo cuarenta y cuatro millones de parados del mundo occidental (sin contar a los excluídos) y millones de muertos de hambre en el Tercer Mundo.
Para combatir este estado de cosas no se pueden emplear métodos basados en la violencia física o en la anestesia moral, propios de los que pudrieron el siglo precedente.
Se trata de paralizar sin violencia esta obra de desintegración, apuntando al corazón de su actividad : el mercado.   
A pesar de las bravatas de Clinton sobre la « prosperidad  norteamericana » -sanguijuela todopoderosa de la vida de los pueblos, de sus economías y culturas- no puede esconder que es el país más endeudado y con la balanza más deficitaria del mundo.
Las estadísticas oficiales de los EEUU (Nipa, National incomes and product accounts), revelan realmente cual es el endeudamiento total de los EEUU y el déficit de la balanza comercial norteamericana.
Endeudamiento :
4 000  millones de dólares en 1980.
14 000 millones de dólares en 1990.
26 000 millones de dólares en 2000.
El déficit de la balanza comercial :
150 000 millones de dólares en 1995.
250 000 millones de dólares en 1999.
450 000 millones de dólares en 2000.
Estas cifras oficiales atestiguan que existe un gasto estatal desenfrenado (armamentos y ayudas a sus cómplices, en particular a Israel y Egipto) y un crecimiento constante de la deuda privada debido a la utilización demencial del crédito.
Es al punto central - el más débil del sistema- al que hay que atacar.
La economía norteamericana no soportaría la pérdida de uno o dos mil millones de sus clientes, sobre todo en los sectores más sensibles : la industria del armamento, el cine, la informática, las cadenas de productos « alimenticios », como Coca Cola o Mac Donalds.
Un boicot internacional podría bloquear la máquina infernal. Los pueblos deben saber que cada vez que sus dirigentes compran aviones u otro tipo de armas a EEUU, se trata de traidores a los que hay que expulsar, sea éste un « príncipe » o un dirigente « electo » ; cada vez que un gobernante se niega a prohibir la compra de tales productos, quiere decir que a la cabeza de tal gobierno hay un lacayo y un cómplice de dichos asesinos.
Por supuesto que la responsabilidad individual de cada uno está comprometida, con los riesgos que ello comporta : no será la papeleta de voto la que solucionará el problema. En las llamadas « democracias occidentales », no es sólo la falsificación de los resultados proclamados, el principal fraude. A veces, el número de abstenciones sobrepasa el 50%, puesto que los electores tienen el sentimiento de la inutilidad profunda de este acto. Por ejemplo, en Francia, el 70% de las decisiones políticas capitales no se toman en el Parlamento sino en Bruselas, es decir, en Washington. En estos momentos, en lo fundamental, no son los estados, sino es el mercado, quien decide. Los llamados « jefes de estado » o « jefes de gobierno », son sólo los ejecutores  del jefe de orquesta internacional. Las nociones tradicionales y obsoletas de « derecha e izquierda », han perdido toda significación. Así, el « laborista » Tony Blair, es el « clon » de Magareth Thatcher y en realidad, las disputas electorales entre Chirac y Jospin, están sometidas a las órdenes de EEUU. El canciller « socialista » alemán, no sueña con otra cosa que ser el primer sirviente en Europa a aplicar la política atlántica, y todas las fuerzas militares auxiliares -de Iraq a Somalía, de Bosnia a Kosovo- son « cipayos » del ejército norteamericano, cuyas victorias después de la humillante derrota en Vietnam, se reducen a destruir a los pueblos mediante bombardeos a gran altura y con « cero muerto ».
La gente debe saber también que a niveles aparentemente menos nocivos, cada vez que se consume una botella de Coca Cola, se está agregando un eslabón más a la cadena de servidumbre y se destruye al mismo tiempo, los fundamentos de su autonomía en detrimento de la fabricación de bebidas locales.
Son sólo algunos ejemplos entre los cotidianos, de posibles métodos de lucha contra el sojuzgamiento.
Esta lucha no puede llevarse a cabo partiendo de « conversiones » individuales ni de predicaciones morales. Pero es tarea de los intelectuales analizar y denunciar, sean cuales sean los riesgos -mediáticos, políticos o judiciales- estas técnicas de avasallamiento.
Es sobre todo la « sociedad civil », la que debe crear « contrapoderes », según los ejemplos que nos ha dado el Tercer Mundo, las « comunidades de base » de la teología de la liberación, nacida en América Latina. Por ejemplo, las realizaciones de Monseñor Fragoso. En una de las regiones más pobres de Brasil -el Sertao- logró organizar en difíciles condiciones (era la época de la dictadura militar) a una parte de la provincia, gracias al trabajo benévolo de campesinos y trabajadores de todos los sectores. Esta organización construyó de manera autónoma, caminos, pozos y escuelas. En Sri Lanka, cristianos y budistas, colaborando fraternalmente, crearon fuertes lazos de resistencia a la opresión oficial. El sistema de « bancos » de cooperativas, organizados en los pueblos pobres del valle del Nilo por Hassan El Banna, antes que fuera asesinado, agrupaba a los más débiles, para así conformar una verdadera fuerza. También existe la experiencia de los productores de plátanos de Africa, organizados por Tamba Kunda, que trataron de salir de la miseria secular.
Cinco siglos de colonización y medio siglo de devastación provocado por el FMI, no han destruido en el corazón de numerosa gente, el sentimiento de comunidad y de don de sí mismo, la victoria de Ghandi -a pesar de su martirio final- es el ejemplo más brillante.
Desde estas « comunidades de base », fundadas en lo más puro que posee el hombre, es donde se puede construir un porvenir con rostro humano, en la unidad de la fe -fe en el hombre o Dios- más allá de las falsas barreras de las religiones y partidos.
Es un nuevo tejido social el que se está creando las condiciones de un nuevo sobresalto, a pesar de las heridas y cicactrices todavía sangrantes de los últimos siglos.
No es una tarea fácil ni se puede llevar a cabo rápidamente, pero es necesario acometarla desde hoy -antes que sea demasiado tarde- si queremos conservar nuestra dignidad de hombres.
Durante milenios, con sacrificios, martirios y creaciones, la humanidad fue capaz de darse un alma.
¿Sabremos darle un cuerpo ?
¿ Quién sería el cobarde que aceptaría que los hijos de un siglo moribundo le dijeran mañana : y tú que has hecho por la victoria ?  

                                                   ***

La única solución, es aquella que liga estrechamente dos problemas : el paro y el hambre.
Al mismo tiempo que los problemas del desempleo y del hambre, esta orientación es la única que permite entregar una respuesta real a los problemas migratorios.
La política occidental, debido a la tiranía causada por la deuda y sus intereses, por el intercambio desigual, y sobre todo, por la voluntad de mantener a las ex colonias en su condición de apéndices subalternos de un « mercado mundial » darwiniano -dominado y manipulado por la ley de la jungla, donde los poderosos devoran a los pequeños-  hace la vida imposible en sus países a la mitad de los habitantes del planeta. En esta perspectiva, es inevitable que se prosiga e intensifique un movimiento migratorio, al que no se puede hacer frente mediante la represión y exclusión.
La única solución posible pasa por el reequilibrio del planeta. Con un 80% de carga a babor y sólo un 20% a estribor, el navío Tierra está condenado a naufragar.
Habiendo sido identificado el enemigo principal y habiendo establecido claramente cual es el objetivo, se nos plantea el problema de las alianzas.
Hay que terminar con la fraseología arcaica que implican las nociones de izquierda y derecha. Ellas no permiten luchar contra el enemigo principal, ni fijar nuestros objetivos, puesto que dichos conceptos, nacieron y se desarrollaron, en otro contexto.
En el siglo XIX, después de la Revolución Francesa, la noción de « izquierda » tuvo un contenido histórico muy claro, designando la lucha de la burguesía esclarecida que quería finalizar la obra de la Revolución, contra las secuelas del feudalismo y contra una Iglesia que suministraba justificaciones ideológicas a los elementos conservadores.
Durante la primera mitad del siglo XX, gracias al ascenso de la clase obrera, la izquierda fue nuevamente el partido del progreso, contra una burguesía que sólo buscaba conservar sus privilegios. El socialismo -en todas sus variantes- tenía un denominador común : crear otro modo de regulación social, que reemplazara al ciego juego de la ley del mercado, que engendraba insolentes fortunas, desigualdad y exclusión. Se pensaba que había que equilibrar el mercado mediante el plan. El estado tenía que salvaguardar la protección social de las masas, frente al libre juego de las leyes económicas y frente a la dominación y a la explotación de los amos de la finanza.
Pero esta distinción entre izquierda y derecha, válida en el marco de la política interna de una nación, no correspondía a la  recomposición de fuerzas y alianzas que se estableció frente a un intento de dominación exterior. Este intento de dominación estuvo representado por la tentativa de Hitler. Los acuerdos de München, y sobre todo la ocupación nazi, pusieron término a esta antigua línea de demarcación. La lucha contra el ocupante congregó a hombres situados en la derecha -como de Gaulle-, a católicos que habían roto con la jerarquía colaboracionista y al margen de las personalidades, a los comunistas.
La liberación no cambió substancialmente esta recomposición de fuerzas políticas. Una vez más, el peligro vino de un intento de dominación extranjera, la de los EEUU, que se habían enriquecido y habían salido más poderosos de esta guerra, mientras que Europa estaba exsangüe y la Unión Soviética devastada.
Los partidos reconstituidos bajo viejas etiquetas de izquierda -como el Partido Socialista- o con viejos líderes católicos no comprometidos con la colaboración con el ocupante -el M.R.P.-, se coaligaron para eliminar a de Gaulle y luego excluyeron del gobierno a los ministros comunistas en Francia, Italia y Bélgica, siguiendo así las órdenes de los EEUU, condición sine qua non para recibir  la ayuda proveniente del Plan Marshall.                    
Maurice Thorez señaló que las nociones de derecha e izquierda habían caducado y que desde ahora la alternativa era : sumisión a los norteamericanos y a su política, o resistencia a esta regresión social y cultural.
Regresión social, porque desde la creación del GATT, del FMI y del Banco Mundial -luego del acuerdo de Bretton Wood, que consagró la hegemonía del dólar- las economías del mundo capitalista y de sus colonias quedaron encadenadas a los intereses del crecimiento estadounidense. Nuestra cultura, también quedó supeditaba a su anticultura. El acto inicial de este abandono, fueron los acuerdos Blum-Byrnes, relativos a la cinematografía francesa, que han conducido a la actual situación de invasión cultural, que desde entonces se ha acentuado, en el sentido de la aceptación cada vez más grande, de la hegemonía norteamericana. Después de la tentativa independentista de de Gaulle -que ordenó el retiro de las tropas francesas de la OTAN y el embargo a Israel con ocasión de una de sus agresiones- tanto los partidos de izquierda como de derecha que se sucedieron en el gobierno, se han sometido a la voluntad norteamericana.  
El Partido Socialista es a veces, debido a la influencia sionista, mucho más dócil ante EEUU 
-protectores incondicionales de Israel- sobre todo cuando se trata de oponerse contra un estado árabe. La guerra colonialista contra Iraq fue un ejemplo.
Pero nuevas alianzas han comenzado a establecerse entre los que se opusieron al Tratado de Maastricht.
Lo más prometedor del resultado del referéndum por la ratificación de este tratado, es que aunque se trataba de un problema de política extranjera, la mitad de los franceses comprendió que se jugaba el porvenir de sus problemas internos, como el desempleo y la inmigración.  
Es posible entonces demostrar que en un mundo donde ningún problema puede solucionarse únicamente en el ámbito nacional, la solución de la crisis implica el establecimiento de un nuevo orden mundial.
El esfuerzo principal debe hacerse en el plano de la clarificación teórica. Hay que subrayar que nuestros problemas actuales se plantean de una manera radicalmente nueva, esto es, a nivel mundial. Y tenemos que explicar cómo en ese contexto internacional, podemos ejercer cierta influencia sobre los acontecimientos.
Nuestra lucha será eficaz únicamente, si logramos crear conciencia entre los franceses, que lo más urgente para resolver nuestros grandes problemas, es luchar por nuestra independencia frente a las exigencias norteamericanas.
Una Europa norteamericanizada y la OTAN, son los instrumentos de una concepción parasitaria y decadente.     
Nuestra concepción de nación debe ser clara. La noción de nación nació con el desarrollo del capitalismo, como reivindicación burguesa que apuntaba a constituir un mercado separado, protegido por un estado y un ejército. Es así como en el siglo XIX la unidad alemana comenzó con una « Unión Aduanera » (Zollverein). Y la unidad de Francia se realizó cuando los monarcas tomaron bajo su cargo la protección de los mercados ante la división feudal existente. La justificación ideológica de dicho separatismo, provino entonces de una exhumación « histórica », que quiso hacer creer que la unidad nacional recientemente formada habían sido prefigurada desde siempre por la raza, la geografía o la religión.   
La verdad es que en el marco nacional se elaboraron culturas, es decir formas particulares de vida, relaciones con la naturaleza, la propia comunidad  y el porvenir. Un europeo de nuestros días se empobrecería si Shakeaspeare, Beethoven, Cervantes, Rabelais, Dante o Dostoiewski le fueran desconocidos. Si se dejara sumergir por la anticultura, nacida ésta de modas comerciales de un pueblo sin experiencia histórica propia, como no sea la destrucción de las culturas amerindias mediante la caza al hombre, tal como lo muestran los « westerns », o por el rechazo del Renacimiento negro de Harlem de comienzos del siglo XX.   
La pretensión de ser una « vanguardia artística » para justificar la hegemonía, ha conducido a afirmarse « contra » toda tradición de la cultura europea, negando las estructuras de todas las creaciones anteriores, trátese de pintura, música e incluso novela.
La novedad por la novedad, ha conducido a las peores regresiones, debido al resurgimiento de un pasado que se ignora y del cual se recuperan sólo sus desechos.
Esta anestesia del gusto en todos los terrenos -desde la Coca Cola al vestuario, del Mac Donalds al rap, tag, a los espectáculos que inducen a la inconsciencia debido a la saturación agresiva de decibelios, o por el hipnotismo de las luces- es el mejor caldo de cultivo para la violencia contagiosa de las películas de Hollywood, o para la penetración de la droga que suscita paraísos ilusorios.
En el fértil campo del desempleo, la desigualdad y la exclusión -en un mundo donde la violencia y la falta de sentido de las relaciones internacionales, inducen a la violencia y a la carencia de sentido de la vida individual- el desconcierto cultural de la juventud, es uno de los aspectos más peligrosos de este nuevo desorden internacional.    
Aunque la empresa sea difícil, la consigna llamando a la ruptura con este desorden global
-como el término de una Europa norteamericanizada- debe completarse con un boicot cultural. Ello exige no ceder y no aceptar demagógicamente estas perversiones impuestas a la juventud, con el prurito de no ser tildado de anticuado. Este boicot cultural es por otra parte, indisociable de sus consecuencias económicas : cada vez que se reduce el mercado norteamericano -bebidas o películas- se está dando un golpe a los amos del juego, destinado a derribar al coloso de pies de arcilla.
El boicot ante este foco mundial de decadencia del capitalismo occidental, debe tener como corolario, la apertura al Tercer Mundo, es decir, hacia las cuatro quintas partes del planeta.
No sólo a sus productos y comercio. También a sus culturas, destruidas por el colonialismo. Culturas que son otras maneras de concebir y vivir las relaciones con la naturaleza, con sus semejantes y con el porvenir. Relaciones de respeto y de pertenencia a ella y no relaciones de propiedad, que nos conducen a su contaminación y destrucción. Relaciones entre los hombres que no sean de competencia -que hacen del hombre « el lobo del hombre », en una sociedad donde el individuo o la nación son considerados como el centro y la medida de todo- sino de relaciones entre comunidades, sociedades en que, a diferencia del individualismo, cada miembro de ella se sienta responsable de todos sus semejantes. Relaciones con el porvenir, que no signifiquen la extrapolación cualitativa de la voluntad de crecimiento y poderío de individuos o pueblos, sino el reconocimiento que la vida tiene un sentido, y deberes, que no se reducen a enfrentamientos disfrazados bajo el ropaje de la defensa del « derecho ».
Sólo entonces -gracias a este reconocimiento del otro en su especificidad, del que no es occidental-, en lugar de pretender que nuestra visión linearia de la historia, de nuestra concepción occidental del « progreso », que hace de los logros técnicos un « objetivo en sí », podremos comenzar la « nueva alianza ». No la « santa alianza » de los privilegiados, sino una alianza sobre nuevas bases, con mujeres y hombres que tienen una concepción del mundo completamente diferente de la nuestra.
En el integrismo colonialista de Occidente -que pretende poseer la verdad absoluta y quisiera imponérsela al resto del mundo- podríamos reconocer, lo que llamamos « integrismo » de los otros, una reacción de defensa de su identidad contra nuestro propio integrismo
-fundamental y primigenio- puesto que ha negado y destruido desde hace cinco siglos la identidad de los demás.
Sin duda que este integrismo es una reacción contra la hegemonía occidental y que a menudo se trata de revueltas sin destino, pueblos que idealizan etapas de sus civilizaciones que son  anteriores a las agresiones colonialistas. Su rechazo a Occidente, esencialmente reactivo, no tiene un proyecto alternativo hacia el porvenir. Los integristas plantean verdaderas interrogantes, sin aportar respuestas.
Debemos reconocer cuál es nuestra propia responsabilidad. Nuestra ilusión colonialista pretende ser el único modelo de civilización válido y sólo le ha dejado a los colonizados
-mediante la confusión entre modernización y occidentalización- la disyuntiva entre la imitación de Occidente o la imitación del pasado.
En este sentido, teniendo una concepción clara de la solidaridad con el Tercer Mundo, el mundo obrero puede denunciar y combatir las « deslocalizaciones », la emigración de empresas que abandonan los países industrializados, para implantarse en regiones donde los salarios son inferiores y la protección social inexistente, agravando así el desempleo de unos y la servidumbre de otros.
Del mismo modo, la lucha por seguir manteniendo intactas empresas deficitarias nefastas (como la industria de armamentos), con el prurito de salvaguardar el empleo, están destinadas al fracaso.
Estas empresas deben « reconvertirse », para garantizar su existencia e incluso, permitir el aumento del empleo, entregando una respuesta real a la población del Tercer Mundo.
De manera general, toda crítica al sistema existente debe estar orientada por proposiciones  que comporten soluciones alternativas. Ello supone nuevos mercados (en estrecha contacto con sindicalistas, cooperativas y comunidades de base del Tercer Mundo), precisando sus necesidades y los proyectos concretos de reconversión para responder a esta demanda.
Este poder de proposición debe corregir en el plano económico la orientación de las inversiones, y en el plano político, las ayudas y préstamos, beneficiando a ambos socios.
En todos los campos, los proyectos humanos deben imponerse ante el abandono y las derivas, que los ideólogos del capital llaman « leyes económicas », y que supuestamente tendrían el mismo carácter obligatorio y fatal que las leyes de la naturaleza.         
Lo característico del capitalismo es justamente evacuar la moral en beneficio del juego ciego de las « leyes del mercado », como si fueran leyes naturales ineluctables e incluso, « leyes divinas del mercado », como lo afirma el norteamericano Luttwak en su libro « El turbocapitalismo ».
A diferencia del capitalismo, el socialismo exige desde el inicio una opción  moral, como la de Marx en 1843. El socialismo, es científico en el análisis de las derivas de un mundo alienado y en la determinación de los medios para luchar contra dicha alienación.
El determinismo radical es conservador por definición, ya que postula que el porvenir está determinado por el pasado.
Al contrario, el socialismo, fundado en un proyecto humano, postula la posibilidad de la trascendencia de ese proyecto humano en relación a los determinismos sectoriales, que dicho proyecto tomará en cuenta como medios para alcanzar sus fines.                 
De esta manera -contra las ideologías burguesas de los siglos XVIII y XIX, que confiaban en el « progreso » milenario e ineluctable y que ponían énfasis únicamente en el necesario desarrollo del mercado y las técnicas ; contra la filosofía existencialista del individualismo arbitrario y del absurdo ; contra las ilusiones de los « ordinántropos », que piensan dirigir las sociedades mediante el ordenador, excluyendo la decisión inicial del hombre sobre la cuestión de los fines últimos- el combate por el porvenir, exige el postulado ético de la posibilidad que el hombre pueda decidir sobre sus fines y objetivos últimos.
Los fines últimos han sido tradicionalmente propugnados por las religiones. Hoy, sin embargo, ninguna de las religiones institucionales puede cumplir ese papel en el contexto de nuevas condiciones históricas. En lugar de abordar los problemas fundamentales de nuestro tiempo, esto es, el desequilibrio Norte/Sur, el hambre, el desempleo, la guerra -con el riesgo del aniquilamiento trágico de la epopeya humana debido a técnicas de destrucción masiva- y el necesario reconocimiento de los valores culturales de las civilizaciones no occidentales, luego de 500 años de colonialismo, en una palabra, los problemas relativos a la necesaria unidad sinfónica y no hegemónica del mundo, algunas religiones como el catolicismo, manifiestan una fijación obsesiva en el sexo, proclamando prohibiciones, contentándose con palabras para el resto.
Otros, ponen en primer plano la observación ritual y las prohibiciones, que como el Islam institucional, va hasta ocultar la enseñanza fundamental del Corán sobre la unidad -tawhid- del hombre con la naturaleza, con el hombre y con Dios.        
El combate por el porvenir, sea cual sea la respuesta que se dé a la cuestión de los fines últimos, no puede hacer abstracción del problema en sí, de los postulados y del acto de fe que implica.

Un boicot internacional puede bloquear la máquina infernal.

En esta situación parcialmente camuflada por la contabilidad trucada de los « economistas » tarifados y por las cifras bursátiles provenientes de la especulación, queda claro que los EEUU han entrado -sobre todo luego de la euforia financiera que les procuró la Segunda Guerra Mundial- en un período de capitalismo decadente y degenerado. El capitalismo clásico se orientaba a la formación de capital a largo plazo para invertir en empresas productivas. En cambio el sistema actual -la nueva economía- está ávido por ganancias a corto plazo, obtenidas gracias la especulación sobre las variaciones de la tasa de cambio de las divisas o las oscilaciones de los precios de las materias primas, y no por la producción. Los bancos juegan el papel de casinos y las empresas se mantienen utilizando mano de obra a bajo precio y sin protección social en los países pobres, donde han deslocalizado su producción. El desempleo se acrecienta mediante el doble juego de estas deslocalizaciones y el desarrollo de la robotización, que reduce la cantidad de personal, sin hacerlo participar en los beneficios engendrados por el mejoramiento de las técnicas.
Los únicos beneficiados son los accionistas y administradores, cuyos dividendos aumentan al mismo tiempo que los despidos en empresas de más en más concentradas.
El desarrollo de la productividad, que es el fruto de descubrimientos científicos y técnicos y del esfuerzo de los trabajadores, debería beneficiar a todos, con la reducción de la jornada laboral o el aumento de salario de los agentes de producción o, por la atribución de esta plusvalía a instituciones culturales y a obras de beneficiencia en pos de aquellos que por edad o por enfermedad, están impedidos de continuar a participar en la creación de nuevas riquezas.
La primera medida que hay que tomar es la abolición de la deuda de los países pobres. Los verdaderos deudores son los ex colonizadores que saquearon y robaron durante siglos.
Hasta ahora, la llamada « abolición de la deuda », ha sido sólo un señuelo. En realidad, cuando en 1999, los siete países más industrializados decidieron « la anulación de la deuda de los estados más pobres », se trataba sólo del 2% de la deuda total del Tercer Mundo.
Existen tres grandes categorías de aquellos que detentan la deuda exterior de los países de la periferia : las instituciones multilaterales (el FMI y la banque Mondial), el sector privado (bancos, fondos de pensión, mutuales, etc.) y los estados, principalmente los estados industrializados. Los miembros del G8, nunca han considerado la anulación de la deuda ante el FMI o el Banco Mundial. Sin embargo, la mayoría de los países africanos del sur del Sáhara tienen deudas con estas dos instituciones que oscilan entre el 30 y 75% de su deuda total...El esfuerzo supremo de los amos consiste en haber creado un fondo (llamado trust fund o fondo fiduciario) alimentado por los propios países miembros, del cual pueden servirse para reembolsar sus deudas.
Ningún jefe de estado ha propuesto hasta ahora medidas para anular la deuda externa en manos de instituciones privadas. Ahora bien, ésta representa más del 50% de la deuda de los principales países de América Latina y del sudeste asiático.
Una eventual anulación concernería sólo las deudas de estado a estado, negociadas en el club de París, que actúa como un cártel de los acreedores ante los gobiernos.
Es injusto que los EEUU, el país más endeudado y más rico del mundo, no sea obligado por la « comunidad internacional » (la ONU, por ejemplo) a reembolsar los miles de millones de deuda contraída, en beneficio del sector más rico de su población, que vive por encima de sus recursos.
Ello permitiría en lo inmediato -aún si no solucionara el problema de la división del mundo-, responder a las necesidades más urgentes de las víctimas de las depredaciones de los « grandes » y al hambre. 
La segunda medida urgente, que apunta a objetivos a largo plazo, sería la realización de un cónclave « anti Bretton Woods ». Desde hace medio siglo -desde el fin de la última guerra, que enriqueció desmesuradamente a los EEUU y después que fuera impuesta la supremacía del dólar convertible en oro-, Bretton Woods, ha permitido gracias a las devaluaciones o sobreevaluaciones del dólar, hacer de los EEUU y de los negociantes que tienen el irrestricto apoyo del Tesoro Federal Norteamericano -vampiros internacionales como Soros, por ejemplo-, especular con todas las monedas del mundo inflando una « pompa de jabón financiera » gigantesca, que a cada instante puede reventarse y hundir al mundo en el caos.
La solución drástica que pondría fin a este saqueo financiero internacional es, contrariamente a lo que se decidió en Bretton Woods, terminar con el privilegio de convertibilidad en oro con el cual goza el dólar. Se debe imponer que las transacciones económicas con todos los países del mundo se hagan en la moneda de cada país, luego de haber definido paridades fijas que permitan terminar con el intercambio desigual e inciten  u obliguen a los inversionistas a invertir en los países proveedores de materias primas, en función de las necesidades del país y no únicamente de  preocupaciones mercantiles y depredadoras, que llevan a las naciones poderosas a liquidar sus existencias en armamentos y sus excedentes, invariablemente concebidos para responder a las necesidades de los EEUU o de Europa, pero que no corresponden a la cultura, historia ni a las necesidades locales.
Esta reunión « anti Bretton Woods », podría abrir la posibilidad a un gran número de países de África, América Latina y Asia, para que sus compras -en lugar de ser importadas o impuestas- fueran hechas por vía del trueque, respondiendo de esta manera a sus propias necesidades de desarrollo « endógeno ». Deberían utilizarse las riquezas de sus suelos y subsuelos -hasta ahora saqueados- en lugar de producir materias primas a las empresas depredadoras.
La tercera medida indispensable que hay que tomar para lograr el objetivo mayor, que es la unidad sinfónica del mundo, es aplicar un impuesto importante a toda transacción financiera de carácter especulativo -relativa a las divisas, la cotización de las materias primas y los productos derivados- de manera que haga prácticamente imposible tales operaciones.
La primera idea al respecto, ha sido el llamado « impuesto Tobin ». Este podría extenderse no sólo al tráfico de divisas, sino que a todas las transacciones financieras internacionales como lo ha propuesto el economista Howard Wachtel. La Asociación por el impuesto a las transacciones financieras y por la ayuda a los ciudadanos, ATTAC, (uno de los principales organizadores de la manifestación en Seattle) fue creada para luchar contra la circulación anárquica de capitales. El gran economista Keynes, incluso había propuesto, que la compra de un título financiero fuera « permanente e indisoluble, para poner fin al juego mortal del FMI », la organización más criminal del mundo.
Susan George, en Le Monde Diplomatique de enero de 1999, esbozó un cuadro con los recientes estragos ocasionados por las exigencias políticas (« ajustes estructurales ») que el FMI impone para otorgar créditos. Desde la quiebra del invierno de 1994-1995, la mitad de la población mexicana cayó bajo el umbral de pobreza. La desnutrición y el hambre han vuelto en Indonesia. En Rusia, diez años de liberalismo económico han erosionado más la reputación del capitalismo que setenta años de propaganda del « socialismo real ». En este país la esperanza de vida ha descendido siete años, lo que constituye un hecho sin precedentes en el siglo XX. En Corea y Tailandia se extiende el fenómeno denominado « suicidios FMI », es decir, trabajadores despedidos y sin recursos, deciden inmolarse con sus familias, faltos de poder garantizar su sustento.
Un impuesto sobre las transacciones financieras obligaría a invertir en la economía real, creando en particular la infraestructura necesaria para desenclavar regiones desérticas, como las repúblicas de Asia Central, aisladas del comercio mundial debido a la ausencia de vías de comunicación. Ello podría contribuir a la autosuficiencia alimentaria del mundo.
Problemas y soluciones similares existen en África y América Latina.
Este conjunto de medidas económicas permitiría « remodelar el mundo », y más allá de las transformaciones económicas y de infraestructura, avanzar en pos de la realización de objetivos culturales y espirituales. Entonces todos, podrían poner al servicio de la « unidad sinfónica del mundo », las riquezas  humanas que cada niño lleva en sí. El obstáculo mayor para la realización de esta etapa decisiva de la unidad humana, lo constituye la hegemonía imperial del sistema, que bajo la dirección única de los EEUU, quieren mantener la división y el desequilibrio, gracias a los cuales una minoría de privilegiados controla económicamente las « ayudas » -además del terror producido por las armas de destrucción masiva- y buscan perpetuar este statu quo mortal.
Este cáncer que se expande en las barriadas populares gracias a los « desesperados », y en el mundo mediante las multinacionales y la droga o los productos de lujo, conduce a nuestro siglo a lo que hemos denominado como « un suicidio planetario ».
Para impedir y poner término a esta marcha hacia la muerte, es necesario crear nuevos centros de poder en el mundo, excluyendo de ellos a los políticos tradicionales, cuya corrupción ha llegado en las « grandes naciones » a proporciones hasta ahora inconcebibles. Tampoco hay que considerar a las Iglesias, cuyos mensajes se han revelado incapaces de movilizar a los pueblos en función de la obra constructiva de unidad. 

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De la Declaración de derechos del hombre a la Carta de los deberes.                      
 
Hablando de « política », empleo deliberadamente un término teológico, « monoteísmo del mercado », porque se trata de un asunto religioso, del problema de la finalidad, de los fines últimos. La finalidad del mercado es obtener ganancias para individuos o grupos particulares.
El monoteísmo norteamericano del mercado nos aleja de la democracia, en lugar de acercarnos.
El abismo que separa a ricos y pobres en cada « democracia liberal », entre el Norte y el Sur, testimonia al respecto de manera irrefutable.
La democracia política « liberal », con sus diputados, senadores, puestos de representación popular y sus excluídos, no excluye de ninguna manera la dictadura social.
El representante de Bush ante las instituciones internacionales de Ginebra dijo ingenuemente que la democracia liberal era la expresión política del capitalismo. No se la  podría defirnir de mejor modo. En efecto, es ella la que ha instituido un mercado de votos y candidatos en el cual los órganos de comunicación de masa refuerzan el poder del dinero.
Teniendo en sus manos los medios de comunicación, los amos del juego pueden modelar la « democracia » según sus deseos, en connivencia con los patrones de las grandes empresas de publicidad que tienen poder de vida o muerte sobre los medios de comunicación, al otorgarles o rehusarles la publicidad de las grandes empresas.
Los medios de comunicación no reflejan el estado de la opinión. Es la opinión el reflejo de los medios de comunicación.
Esto es cierto particularmente en lo que respecta a la televisión. La prensa está obligada a seguirla y la imagen siempre tiene veiticuatro horas de avance sobre la prensa escrita. Las imágenes presentando emociones importadas-antes que sea realizado el comentario escrito o hablado- están destinadas al consumo de la población, la que debe tragárselas como salchichas en tarro. El escritor uruguayo Eduardo Galeano, señaló por ejemplo que el asesinato del padre Popielezco en Polonia, en 1984, había ocupado mil veces más de espacio en los medios de comunicación, que el asesinato mediante el terrorismo de estado de cien sacerdotes en América Latina. Y ello porque en primer lugar se trata del Tercer Mundo y porque los « escuadrones de la muerte », circulan con toda libertad en estados considerados como »democracias » por la « gran democracia norteamericana », ya que el libre mercado, es decir la invasión económica norteamericana permanente, no encuentra en dichas « democracias » entraba alguna.
Estos mismos medios de comunicación, ávidos de sensacionalismo y de política espectáculo, no se interesan en la violencia invisible, aquella que no mata con balas sino que mata mediante el hambre, con el veneno de sus imágenes, imágenes de « westerns »,  telenovelas policiales, o por drogas más suaves e insinuantes tales como « Dallas ».
« Se confunde deliberadamente  -dice Galeano- la libertad de la gente con la del dinero, la libertad de creación de los artistas, con la libertad para especular de los banqueros, que cumplen no obstante diversas funciones ».  
Más que los otros medios de comunicación, la televisión ejerce  una contrarrevolución cultural permanente, al hacer que las masas acepten lo inaceptable : la comercialización de las angustias, la repugnante anticultura de la violencia y de la ilusión.
De esta manera vive el mundo del sin sentido, en un marco de desigualdad creciente, donde la droga es un medio para evadirse y la delincuencia un medio para sobrevivir.
Una democracia como esa no constituye un obstáculo, sino que conduce a la dictadura.
Se trata de una experiencia constante : cuando la opinión pública ha sido suficientemente engañada, está asqueada por la corrupción de sus dirigentes, o se solivianta a causa de dicha corrupción, la democracia -incluso formal- ya no es más viable. Entonces se la reemplaza por una dictadura. Después de la Convención y la contrarrevolución de Termidor, la podredumbre moral y política del directorio, engendró el bonapartismo.
Hitler llegó la poder « democráticamente ». Fue elegido canciller con una mayoría de votos, por electores desesperados por el desempleo y decepcionados por la impotencia de la república de Weimar, que pusieron en un dictador demagogo todas sus esperanzas.
Los « demócratas » franceses siempre pidieron a voz en cuello, que hubiese « elecciones libres » en Argelia. Y el guión que Bertold Brecht evocó con humor se realizó : « El pueblo ha votado y ha condenando a sus dirigentes. La solución más simple es disolver al pueblo y elegir a otro ».
Y así se hizo. Los « demócratas » de ambos lados del Atlántico saborean su victoria : la « libertad de mercado » está asegurada y el FMI podrá imponer « libremente » en Argelia su « política de ajuste », es decir, el bloqueo de los salarios, la « libertad » de precios, la limitación de la protección social. Entonces el FMI apoyará con préstamos e inversiones al gobierno que lo salvó, propagando la nueva religión, el « monoteísmo del mercado ».
En todos los casos, el recurso a la fuerza y al ejército, se hace en nombre de la « seguridad nacional », que considera a las capas pobres de la sociedad como « clases peligrosas », volando así a la salvaguardia de las estructuras de dominación social o colonial.
El totalitarismo liberal, en el que la economía de mercado sin entrabas, es el regulador de todas las relaciones sociales, se adapta muy bien al totalitarismo de las dictaduras militares. Les ayuda incluso a acceder al poder, como los EEUU lo hicieron con Pinochet y los militares argentinos y brasileños, etc.
Una vez que se alcanza el objetivo, es decir, el alineamiento económico con los EEUU, los dirigentes norteamericanos prefieren proseguir sus negocios de manera más discreta, favoreciendo la llegada de « demócratas » : Menem en Argentina, Collor en Brasil, Aylwin en Chile. De esta manera se alcanzan los mismos objetivos con otros medios y otras marionetas.
Gracias a la eternización del sistema de « libre » mercado, es decir, dominado por los norteamericanos, sea cual sea el régimen, el 40% de los latinoamericanos viven por debajo del nivel de pobreza absoluta. (Documentos de la CEPAL)
La UNICEF señala que en Brasil, mil niños mueren diariamente de hambre o a causa de enfermedades curables.
Los presidentes latinoamericanos « demócratas » han obtenido el aval de Washington a condición que respeten la herencia maldita de las dictaduras militares : el pago de la deuda externa contraída y el olvido de sus crímenes.
Esta secuencia de dictaduras militares -de Corea del Sur a Grecia, de África a América Latina- debe hacernos reflexionar acerca de las misión que han tenido las instituciones militares en el nuevo contexto de dominación mundial estadounidense. Han servido para mantener el colonialismo -durante la presencia de Francia en Argelia- o como « cipayos » en el curso de las agresiones a Iraq, Kosovo y Afganistán.
Después de la Segunda Guerra Mundial, ningún ejército del mundo ha cumplido el papel de fuerza de « defensa nacional ».
Por el contrario, han jugado un papel represivo, organizando sangrientos golpes de estado contra sus propios pueblos y « aliados ». El imperio los mantiene como satélites, como es el caso de Indonesia y Birmania.
Los ejércitos no han servido para defender la independencia de sus pueblos, sino que han contribuido a su ruina con el fin de imponer la dominación del imperialismo norteamericano.

                                                         ***

Etimológicamente, democracia significa, gobierno por el pueblo y para el pueblo. Sin embargo, el principal teórico de la democracia -Jean Jacques Rousseau, del cual se reclamaba la Revolución Francesa- dijo claramente en su Contrato Social, poniendo en evidencia los embustes de las llamadas « democracias occidentales », :  « En rigor, una democracia verdadera, tal como la define este término, nunca ha existido ». Y ello por dos razones.
1°. La desigualdad de la riqueza, que hace imposible la formación de una voluntad general y que por el contrario, opone a ricos y pobres.
2°. La ausencia de fe en valores absolutos, que deberían obligar a cada uno a cumplir con sus deberes, en lugar de dejar que impere la ley de la jungla del individualismo, donde cada cual se considera el centro y la medida de todo, siendo el rival de sus semejantes. (Contrato Social, ediciones La Pléiade, página 468)
En la antigua Grecia existió una supuesta democracia. Se nos ha enseñado hasta nuestros días que Grecia es la « madre de las democracias », sin recordar que en el apogeo de la « democracia » ateniense -durante el siglo V, de Pericles- había una minoría de ciudadanos libres que constituía el pueblo, disponiendo del derecho a voto y 110 000 esclavos sin ningún derecho. El verdadero nombre de esta democracia debería ser  el de oligarquía esclavista.
Sin embargo, el uso perverso de la palabra democracia no ha cesado de reinar en Occidente.                             
La Declaración de Independencia de los EEUU, proclamada el 4 de julio de 1776 (año en que murió Rousseau), consideraba « como verdades evidentes por sí mismas, que los hombres nacen iguales ; que su creador los ha dotado de ciertos derechos inalienables : la vida, la libertad... ». Pero esta solemne constitución mantuvo la esclavitud de los negros durante más de un siglo.
Democracia para los blancos, no para los negros. 
La declaración de derechos del hombre y del ciudadano proclamada por la Revolución Francesa en 1789, afirma que « todos los hombres nacen y siguen siendo libres e iguales en derechos ». En sus artículos 14 y 15, ella precisa incluso que « todos los ciudadanos tienen derecho a participar en la elaboración de las leyes ». Pero la Constitución, de la cual la declaración es el preámbulo, otorgaba el derecho a sufragio sólo a los poseedores de cierto rédito. Los demás, los tres millones de franceses eran ciudadanos pasivos, los ciudadanos activos (electores) según la expresión de Sièyes, padre de esta Constitución, eran « los verdaderos accionistas de la gran empresa social ». Antes de él, Diderot, el más gran filósofo del siglo, escribió en su Enciclopedia, en el artículo « Representante » : « sólo el propietario es ciudadano ».
Democracia para los propietarios, no para el pueblo.                    
Sería redundancia hacer en estas páginas una crítica a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre ». Esta fue promulgada por los vencedores luego de su victoria sobre Hitler, sucesor y representante más coherente y bárbaro de las injusticias cometidas por Occidente, que durante cinco siglos de dominación de colonialismo racista, a diezmado a los pueblos con sus expoliaciones, matanzas y destrucciones de culturas. Atrocidades efectuadas en nombre del mismo prejuicio : la pretensión de ser el « pueblo elegido », único capaz de imponer por la fuerza, su « civilización ».
Debemos plantearnos dos preguntas fundamentales :
1° ¿Cuándo se habla del hombre, se está hablando del hombre blanco, del propietario, del hombre occidental ?
2° ¿Qué significa un derecho para un hombre que no tiene el derecho de ejercerlo ?

1)  ¿ De qué hombre se trata ?
La mistificación de los términos « democracia » y  « derechos del hombre », tienen el mismo origen : la « declaración » que considera al hombre como un individuo. En cada época han sido los derechos de una minoría dominante, los que se han defendidos.
2)  ¿Qué significa tener un « derecho » para alguien que no tiene los medios de ejercerlo ? Como el « derecho al trabajo » de miles de desempleados, el derecho a la vida para millones de seres humanos que mueren en el Tercer Mundo, para que los privilegiados del planeta puedan continuar « libremente » sus despilfarros. ¿ Qué es la « igualdad » que prohibe « igualmente » a un millonario y a un hambriento robar pan, fundar un periódico o comprar una canal de televisión ? 
¡La ley es igual para todos ! Es el embuste de los « derechos del hombre », incluso cuando dichos derechos han sido proclamados como « universales ».
Hay que introducir un cambio radical. No se puede partir del individuo (blanco, propietario y occidental), sino de la comunidad universal de hombres, definiendo en prioridad los deberes de los individuos y no sus derechos, garantizando así el espacio de libre desarrollo de todos los demás miembros de esta comunidad universal.      
Sin este enfoque, una sociedad considerada como la suma de individuos moleculares, sólo obtendrá mediante el sufragio -incluso si este es universal- una democracia ilusoria, porque esta será exclusivamente estadística y manipulada por los medios de comunicación del sistema, en el cual todo se compra y se vende.
Una « república » como esa, no es en ningún caso una protección frente a una dictadura. Hitler no llegó al poder gracias a un golpe de estado, sino del modo más democrático: obtuvo junto a sus aliados la mayoría absoluta en el Parlamento de la República de Weimar.
 Una auténtica democracia de tipo radicalmente nuevo, sólo puede fundarse en una Carta de deberes, ante la comunidad mundial de hombres y no únicamente ante una nación, puesto que esto último conduciría al totalitarismo tribal.
Dicha Carta podría tener el preámbulo siguiente.

Proyecto de Carta de Deberes de cada Hombre

1.   La humanidad es una comunidad única, pero no la unidad imperial de dominación de un estado o una cultura. Esta unidad es por el contrario, sinfónica, es decir que se enriquece con la participación de todos los pueblos y sus respectivas culturas.
2.   Todos los deberes del hombre y de las comunidades en las cuales éste participa, resultan de su contribución a esta unidad. Ningún grupo humano, profesional, nacional, económico, cultural, religioso puede tener como objetivo la defensa de intereses o privilegios particulares, sino la promoción del hombre, sea cual sea su sexo, origen social, étnico o religioso, con el fin de darle a cada uno la posibilité material y espiritual de desplegar toda la capacidad creadora que lleva en sí.
3.   La propiedad, pública o privada sólo tiene legitimidad si está fundada en el trabajo y concurre al desarrollo de todos. Su titular es únicamente el administrador responsable.
Ningún interés personal, nacional, corporativo o religioso puede tener como fin la competencia, dominación, la explotación del trabajo ajeno o la perversión de su tiempo de recreación.
4.   El poder a todo nivel sólo puede ser ejercido y confiscado, por mandato de aquellos que se comprometan por escrito a acceder a la ciudadanía, a observar  estos deberes. Los titulares de estos cargos pueden ser excluidos de sus funciones si no respetan estas normas. El ejercicio del poder no implica ningún privilegio, únicamente deberes y exigencias.
5.   El saber no puede en ningún caso tener la pretensión de poseer la verdad absoluta, ya que este integrismo intelectual engendra necesariamente la inquisición y el totalitarismo.   
6. El objetivo de toda institución pública no puede ser otro que la constitución de una verdadera comunidad, es decir, lo opuesto al individualismo. Comunidad en la cual, cada participante tiene conciencia de ser personalmente responsable del destino de los demás.
7. Sólo la coordinación universal de estos esfuerzos de crecimiento, puede permitir al hombre resolver los problemas ligados al hambre en el mundo, a la inmigración, al desempleo forzado o al ocio parasitario, dándole a cada ser humano los medios para cumplir sus deberes y ejercer los derechos que le confiere esta responsabilidad.
Le corresponde a la comunidad universal mundial -sin diferencias en cuanto a su número- velar por la observancia universal de estos deberes.
La economía y la política, como nos lo recuerda su etimología, tienen por objeto normar las relaciones sociales a todos los niveles, desde la familia a la nación y a la comunidad internacional.
La cultura, en otras palabras, el conjunto de las relaciones que un individuo o una sociedad tiene con la naturaleza, sus semejantes y con lo sagrado, debe jugar entonces un papel regulador debido a su búsqueda de la finalidad última de la vida, y no ser sólo un elemento integrador de la economía y de la política.
La cultura no tiene dicho papel en estos momentos, porque actúa como una « religión de los medios » generada por el sistema.
La educación refleja esta decadencia, al no darle a la búsqueda de los fines últimos, el  lugar primordial.

Semillas de esperanza

Después de haber sido humillado durante cinco siglos por el colonialismo europeo y luego por la « mundialización », la luz vuelve al mundo trayendo una perspectiva de porvenir con rostro humano, una verdadera universalidad enriquecida con la aportación de todas las civilizaciones.
Ya existe una nueva versión futurista de la « Ruta de la seda », que va desde Changai a Roterdam a la velocidad de 500 kilómetros por hora, en un tren impulsado con un sistema de levitación magnética.
Desde el siglo I al XIV, la antigua « Ruta de la seda », transportó de Oriente a Occidente en sus caravanas, no solamente mercancías preciosas, sino también a hombres, sus culturas y creaciones.

                                                                  ***


En un elogio a la « mundialización » titulado « Manifiesto por un mundo estable », Thomas L. Friedman escribió en el New York Times del 28/03/1999 : « Mantener la mundialización es el pilar de nuestro interés nacional...La mundialización es norteamericana ». Lo que es diferente -agregó- « del imperialismo añejo, cuando un país ocupaba físicamente otro ». Ahora, prosigue Friedman, hay que mantener « un sistema de mundialización abstracto ». Para ello se « requiere una estructura de poder geopolítico estable, que no puede ser mantenida sin la participación activa de los EEUU. »  Este punto lo resume como sigue : « La mano escondida no podrá funcionar sin el puño escondido. Mc Donald no puede desarrollarse, sin Mc Donnell Douglas ( fabricante del avión de combate F 15). Y el puño escondido que mantiene al mundo en seguridad gracias a las tecnologías de Silicon Valley, se llama Ejército de EEUU, USA Air Force, Marine et Corps de marines ».      
El propio Bill Clinton confesó el verdadero sentido de la agresión a Kosovo : « Si queremos acuerdos económicos fuertes que impliquen nuestra capacidad de venta en el mundo, Europa debe llegar a ser uno de los puntos claves . Esa es toda la cuestón de Kosovo. » (The Nation, 19/04/1999).
Cuando los aviones turcos sobrevolaron Belgrado, la OTAN quiso hacer olvidar la limpieza étnica realizada por los turcos durante la « santa cruzada » de los años 90, que mataron a decenas de miles de kurdos, destruyendo 3 500 pueblos  (siete veces el número de pueblos destruidos en Kosovo de acuerdo a la declaración de Clinton en, el momento de la « victoria »), provocando cerca de 3 millones de refugiados.

La nueva « ruta de la seda » y el puente « intercontinental ».  

El 7 de mayo de 1996 se inauguró una nueva era para el futuro de la humanidad. En Pekín, se abrió la perspectiva de un sistema nuevo, capaz de realizar la unidad del mundo con la participación de todos los pueblos y culturas.
Un núcleo constituido por 31 países asiáticos propuso al mundo, partiendo de la « nueva Ruta de la seda », el  Puente euroasiático continental, como la gran alternativa a la « mundialización » de los EEUU.
Las inversiones no estarían destinadas a las diversas formas de especulación, sino que al desarrollo de la infraestructura y de la economía de cada pueblo, cuyo denominador común sería el interés prioritario de la comunidad internacional. 
El coloquio definió una estrategia gigantesca para desarrollar el continente euroasiático mediante un sistema integrado de redes intercontinentales de transportes modernos de energía, de irrigación y de líneas férreas, que unirían la costa china del Pacífico a la costa atlántica europea.

                                                             ***

Esta gigantesca « remodelación » de la tierra en beneficio de toda la humanidad supone el transferimiento de las riquezas financieras y las inmensas posibilidades de la técnica actual, desde la zona especulativa a la de la economía productiva real.
En otros términos, se trata que el dinero no sirva para fabricar más dinero, sino a construir la ciudad de los hombres mediante inversiones productivas en culturas y bienes. No se trata de predicar la productividad en sí, de manera tal que una producción desenfrenada aporte el paro de unos y bajo pretexto de « transferimiento de tecnologías », lleve el excedente a otros, los países pobres para los cuales este tipo de tecnología no está adaptado.
El Renacimiento de Asia no se hará contra Europa y Occidente, sino que por le contrario,  está impregnado con un espíritu de colaboración tal, que permita a Occidente salir del atolladero. La mayoría de los países asiáticos estarían dispuestos a participar en esta obra.
Ya se han establecido líneas de Chiang Mai, que pasan por Bangkok y atraviesan Malasia desde Kuala Lumpur a Singapur. También se estudian proyectos para la rehabilitación de la línea de Singapur a Phon Penh, en Camboya. La construcción de un nuevo ferrocarril de Phon Penh a la ciudad de Ho Chi Minh, permitiría la conexión con la línea actual en el Noroeste de Vietnam y aseguraría un tramo directo vía Danang y Hanoi, pudiendo prolongarse hasta Nanning, en el sur de China.  

                                                           ***
El agua es el fundamento de este inmenso programa, sea para la electrificación de largos tramos de la « nueva ruta de la seda », creando una potente red de canales que permitirá un intenso tráfico fluvial en gran parte del trazado, o para la irrigación de amplias zonas desérticas de Asia Central, que podrían desenclavar a los países subdesarrollados de la región.
China ha comenzado entonces este prometeico trabajo, construyendo la « Represa de las Tres Gargantas » en el río Yangtsé-Kiang, uno de los más grandes del mundo.
El asunto del agua ha sido un problema mayor a lo largo de toda la historia china.
El legendario emperador Yu El Grande, es considerado en China como uno de los héroes de la civilización (como Prometeo que le dió a los hombres el fuego), por haber comenzado a preocuparse de la distribución y control del agua, hace ya tres milenios.
El fundador de la primera república china, Sun Yat Sen, fue el primero que vislumbró la posibilidad de construir la represa de las Tres Gargantas en el río Yangtsé-Kiang.
He aquí, en su forma moderna, cómo los chinos han previsto la solución al problema. Las obras comenzaron en diciembre de 1994.
« Si el gobierno chino ha tomado la decisión de realizar este proyecto, es porque quiere controlar las crecidas del río. Si creemos lo que nos indican los 2 000 años de datos hidrológicos en nuestra posesión, se habrían producido 200 grandes inundaciones, una casi todos los diez años. Estas inundaciones causaron enormes pérdidas en el curso bajo y medio del Yangtsé-Kiang. Las pequeñas inundaciones provocaron miles de muertos, y las más grandes, decenas de miles de muertos, incluso más. El desastre más grande de la historia se produjo en 1870 con la muerte de 300 000 personas. 145 000 desaparecieron en 1931, 40 000 en 1954, 30 000 en 1959. Es para controlar estas crecidas que el gobierno ha decidido adelantarse y construir este proyecto.
Cuando el proyecto esté terminado, la capacidad de la represa será de 39,3 mil millones de metros cúbicos, de los cuales 22 mil millones podrán ser utilizados para retener el agua de las crecidas, controlándolas así de manera eficiente. Aprovecharemos esta enorme cantidad de agua para producir electricidad. La capacidad total del proyecto será de 18 200 MW repartidas en 26 unidades de 700 MW cada una. La producción anual de electricidad será de 84,7 mil millones de kilowatts. El desarrollo económico mejorará ostensiblemente.
Además del control de las crecidas del río y la producción de electricidad, la navegación fluvial saldrá favorecida con este proyecto. Una vez que la represa de las tres Gargantas esté terminada, la capacidad de transporte y flete pasará de los 10 millones de toneladas actuales por año, a 50 millones ». (Quin Zong Yi)  

Algunos datos técnicos

En diciembre de 1994, comenzó la obra gruesa. Duración de los trabajos : 17 años.
Las obras de retención del agua estarán terminadas en el año 2009. Ello representa el desplazamiento de 57 millones de metros cúbicos de tierra -27 millones de metros cúbicos de cemento incluidos- creando un lago artificial de 600 kilómetros de largo con una capacidad de 40 mil millones de metros cúbicos de agua. 
2005 (undécimo año de trabajos) : inauguración de las estructuras de navegación y del primer grupo de unidades.
Coste total del proyecto (estimación en 1993) : cerca de 50 000 mil millones de Yuans (alrededor de 4 mil millones y medio de euros).
Largo de la represa : 2 354 metros.
Altura : hasta 175 metros en algunos lugares.
Los ribereños. La zona vulnerable tiene 15 millones de habitantes. Teniendo en cuenta que la represa inundará cerca de 28 750 hectáreas, más de un million de personas serán desplazadas de las provincias de Sitchuán y Hupei. La mayor parte tendrán que ser reinstaladas en regiones cercanas. El programa de puesta en marcha del proyecto de las Tres Gargantas, optó por una reinstalación orientada hacia el desarrollo, en lugar de pagar compensaciones, como había sido el caso en otras ocasiones.  El transferimiento de la población irá a parejas con el desarrollo de esta zona.
Electricidad : la estación hidroeléctrica de las Tres Gargantas tendrá una capacidad producción total de 18 200 megawatts, y será la más grande del mundo. 25 generadores serán construidos a cada lado del desaguadero de la represa, y 84,7 mil millones de kilowatts/horas serán así producidos, es decir el equivalente a la combustión de 50 millones de toneladas de carbón.
Navegación :  el proyecto comprende la construcción de un vía navegable doble. Cuando la represa esté en servicio, podrán remontar el río, barcos de 10 000 toneladas, de Wuhán hasta Chongking.
Cooperación internacional. Numerosas empresas de diversos países -Alemania, Francia, Japón, Rusia, Estados Unidos y Canadá- están implicadas en este proyecto.
Si no consideramos las operaciones mercantiles subalternas, la especulación milenarista acerca del « tercer milenio », y si examinamos la historia a vuelo de águila -no mediante la enumeración de batallas y dominaciones- sino tomando en cuenta los grandes momentos creadores de futuro, pareciera que estuviéramos -si sabemos llevar a cabo este combate- en la aurora de una nueva era de la humanidad.
Desde que el hombre nació, y para asegurar materialmente su sobrevivencia, se han sucedido dos formas fundamentales de civilización.
Cuando los hombres dejaron de vivir como los otros animales -prescindiendo de lo que les daba espontáneamente la naturaleza gracias a la recolección de frutos, la caza o la pesca- esos nómadas se transformaron en sedentarios. Se establecieron primero allí donde existían mejores condiciones de vida, al lado del curso de los ríos, que garantizaban mejores condiciones para la agricultura y la pesca. Los grandes ríos fueron la cuna de las primeras civilizaciones.
En Mesopotamia, como su nombre lo indica -« país entre dos ríos »- el Tigris y el Eufrates.
China tuvo su cuna en el delta del río Amarillo ; la India a orillas del Indus y Egipto en el Nilo.
Las grandes vías fluviales permitieron así lazos e intercambios entre islotes de culturas diferentes y a orillas del mar, se desarrolló una segunda edad del hombre : las civilizaciones del mar en las regiones costeras, sea en Occidente, con el imperio romano que hizo del Mediterráneo un « mar nuestro », o el imperio chino, que ejerció su influencia en Asia bañada por el océano.
Se necesitaron siglos para pasar de la « economía fluvial » a la « economía del mar ».
Hoy subsiste una dualidad terrible entre la tierra y el mar. A excepción de Europa, el 60% de la población mundial vive en regiones costeras consideradas como desarrolladas y prósperas, en circunstancias que representan sólo el 19% de la superficie del globo. Es un factor importante en la « división » del mundo, con los enclaves desérticos o subpoblados en África y Asia, y en las selvas de América del Sur.
Durante mucho tiempo, los especialistas de la « geopolítica », especularon sobre los medios para dominar el mundo a partir de la posesión de la tierra o del mar, tratárase de Mackinder durante el período de la hegemonía marítima británica, o de Haushoffer, según el sueño imperial alemán de hegemonía territorial sobre grandes superficies terrestres.
Esos proyectos de reparto o dominación del mundo subsisten hasta nuestros días y es el tema de trasfondo del « choque de civilizaciones », de Huntington, bajo la máscara de oposición religiosa entre la « civilización judeo-cristiana y la colusión confuciano-islámica ».
Ante los enfrentamientos existentes en el mundo y la rivalidad por de la hegemonía, tenemos que pasar a una tercera era de la civilización, mediante el desarrollo solidario de la humanidad y poner fin a sus milenarias divisiones.
Las etapas del « progreso » de la humanidad no se cuentan en milenios, sino por etapas de la toma de consciencia de su desarrollo y la puesta en marcha de su unidad ; igualmente que las grandes mutaciones que se cuentan gracias a las creaciones decisivas del hombre que orientan su destino.   
 Se trata hoy, luego del fracaso de la « mundialización » -nuevo nombre de la dominación imperial del mundo por los grandes monopolios norteamericanos y sus vasallos- de una remodelación global del mundo gracias a un « desarrollo solidario » de todas las culturas.
 
En el momento en que « milenaristas » interesados, trataban de convencernos que una nueva era comienza -mediante pretextos dignos de Nostradamus o de Paco Rabanne-, los criminales amos del statu quo (Bill Gates, Soros y sus marionetas, Clinton, Bush, Chirac y Jospin) nos predecían por simple extrapolación tecnológica, como serían los felices días del milenio. Yo compartía la opinión de Edgar Morin, quien definió el « cambio verdadero », como un acto humano, pero con una diferencia. Yo creo que el tercer milenio comenzó en Seattle. Aunque no debemos hacernos ilusiones sobre sus efectos inmediatos, un verdadero « acontecimiento » se produjo : el proyecto de los dirigentes norteamericanos y sus vasallos fracasó gracias a una movilización planetaria, que rechazó la concepción imperial de « mundializacón », la cual permite a los ricos acrecentar su riqueza y disminuir en número, y a los pobres, aumentar su pobreza y su número.
La prensa y la televisión orquestan estas bravatas e inepcias, o están obligados (en informaciones de pocas líneas) de señalar que las catástrofes de Navidad o del Año Nuevo -la tempestad o la marea negra- van a favorecer el « crecimiento ». Ello es cierto, los gastos necesarios para restaurar las ciudades y bosques, indemnizar a las víctimas de inundaciones, o, pagar a los médicos o a las pompas fúnebres, va a aumentar milagrosamente las cifras del mágico « crecimiento », mediante el cual se mide la prosperidad económica. Es verdad que los beneficios de algunas empresas van a aumentar al mismo tiempo que el paro en las industrias destruidas. Pero su restauración será pan celeste para las empresas que se encargarán de ello.

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La implosión de la URSS en 1989, retardó por largo tiempo el verdadero « remodelaje » físico y espiritual del mundo, que es lo único que puede impedir el inevitable « suicidio planetario ». Si podemos fijar con precisión una fecha, para marcar el advenimiento de una tercera era de la civilización, esta tendría que ser el 7 de mayo de 1996, cuando se llevó a cabo en Pekín, el Coloquio Internacional sobre el desarrollo solidario del mundo, que reunió a 31 países asiáticos que se proponen rehacer la antigua « Ruta de la Seda », con los medios técnicos gigantescos que nos entregan las ciencias actuales. Una de las realizaciones más simbólicas y prometedoras previstas, es la línea de ferrocarril entre Changai y Rotterdam, es decir, del Atlántico al Pacífico, con trenes rodando a 500 kilómetros por hora sobre cojinetes magnéticos.
De esta manera nacerá el verdadero Puente que unirá las dos riberas de la gran Isla Euroasiática y prepará así el « remodelaje » de un mundo unificado, con ramificaciones hasta Mauritania, en Africa y, mediante un túnel bajo el estrecho de Berhing,  se unirá a las redes comerciales norteamericanas.
Es la alternativa finalmente hallada -gracias a un desarrollo « solidario »- ante la « mundialización imperial que elimina hombres y culturas ».
Las crisis permanentes del sistema no se resolverán con el « crecimiento », ni con los avances técnicos que desplazan y expulsan a los campesinos de sus tierras y a los obreros de las fábricas.
La única alternativa a esta carrera en pos de un suicidio planetario sólo puede ser mundial. En la perspectiva de una economía de mercado, todo proyecto está condenado al fracaso si los dos tercios de la población del planeta siguen siendo insolventes y mueren a causa de la miseria y el hambre. Millones de trabajadores de los países « ricos » están destinados a engrosar el número de desempleados, mientras se habla de « sobreproducción » de carne, cereales o leche, haciendo abstracción de los millones de hambrientos a quienes se aconseja tener menos hijos -como se hizo en la Conferencia de El Cairo sobre la demografía-, para que Estados Unidos y Europa puean continuar su despilfarro. El asesinato preventivo es un sucedáneo de las matanzas periódicas causadas por las guerras, las cuales son engendradas por los propios principios del sistema.
La única alternativa es de carácter mundial. La del desarrollo solidario de un mundo, donde la « prosperidad » de un número reducido de personas, no tenga como corolario, el hambre y la miseria de la mayoría.
En la URRS, se concibió un proyecto que habría permitido transformar radicalmente la geografía de Asia Central, desenclavando regiones semidesérticas de gran parte de Siberia, cambiando el curso de los ríos que actualmente desembocan en el Mar Ártico, desviándolos hacia el Mar de Aral, que está desecándose.
En la primera fase debía extraerse del río Ob y de su gran afluente, el Irtysh, cerca de 27 km cúbicos de agua por año, encaminándolos hacia un canal navegable de 2 544 kilómetros.  Además de aprovisionar en agua a toda la región de Asia Central, este canal vital, ofrecía la posibilidad de una importante vía de navegación entre el Norte y el Sur. Grandes bombas de aspiración iban a ser utilizadas para elevar y nivelar el agua del Oeste de Siberia con la cuenca del Mar de Aral. El agua se escurriría naturalmente hasta la extremidad sur del canal y de allí, hasta un gran lago artificial situado al Norte del Mar de Aral.
Este trabajo debía realizarce en quince años, con un coste de 18 mil millones de dólares. El proyecto fue ampliamente discutido en la URSS durante los años 80, siendo aprobado por el CC del PC de la URSS, en 1984. Pero este plan de desarrollo a largo plazo, cuyo término estaba previsto para inicios del siglo XXI, no fue realizado por razones ligadas a la organización político-económica del estado y no por dificultades de orden técnico. Rusia había adoptado el modelo occidental de crecimiento a corto plazo, es decir,  la concepción colonial cuya obsesión es la concentración del cultivo de algodón en Asia Central.      
En ese contexto se puede comprender más fácilmente por qué el proyecto chino llamado « Puente Euroasiático » (con el nombre romántico de « Nueva Ruta de la Seda ») sea la única alternativa posible que conlleve la unidad sinfónica del mundo. Esta visión se opone a la tentativa de « mundialización », nombre bajo el cual se esconde el objetivo norteamericano de dominación imperial del mundo, mediante una serie de guerras y estallidos sociales, que excluyen toda posibilidad de desarrollo de las culturas y de los hombres.

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En enero de 1996, siete países, entre los cuales están China, Kazastán, Japón y Corea del Sur, firmaron un acuerdo que aumentará el volumen de mercaderías transportadas a lo largo del Druzhba-Alatau, en la frontera con Rusia, sobre la base de la cooperación y del interés económico recíproco.
El desarrollo a largo plazo de la economía en Eurasia, no depende únicamente del fin de los trabajos de una red de ferrocarril transcontinental, coordinada con otras medios de trasporte. La transformación de estos medios en « corredores de desarrollo infraestructural », es también importante para abrir la historia de la humanidad hacia una nueva era de expansión universal, en lo relativo a las inversiones, urbanización y desarrollo agroindustrial.
Las regiones de Asia Central sufren debido a la rudeza del clima y a los arcaicos medios de transportes. Sin embargo, son tierras ricas, que tienen suelos fértiles y toda clase de recursos naturales, que les ofrecen enormes perspectivas de desarrollo y prosperidad. Estas regiones están dotadas también de inmensas fuentes de energía. Pueden ser consideradas como un foco de energía para todo el mundo. De ahí la gran interdependencia y complementaridad que caracteriza a la región del Puente Terrestre Euroasiático, que anuncia para el porvenir grandes posibilidades de cooperación.
La población, directamente o indirectamente unida por el Puente Euroasiático, cuenta en Europa, con 500 millones de habitantes y más de cuatro mil millones en los nuevos países desarrollados de Asia Oriental y Meridional. Este sueño está en curso de realización. En 1990, se terminó  la última sección del tendido renovado de línea férrea (14 131 km). El tráfico ferroviario para el transporte de mercaderías de China fue inaugurado en 1992.
Para nuevos países como Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguizistán, la Ruta de la Seda es fuente de esperanza y porvenir. Con el doble de superficie que los países de la UE y ocupando un lugar estratégico entre China, Rusia y Europa, esta inmensa región de Asia Central, tiene una gran riqueza cultural e histórica, una población multiétnica de 53 millones de personas y los mayores yacimientos de petróleo y gas, así como metales estratégicos.  La productividad de la inversión en las regiones árticas de Siberia y en Asia Central, depende de la facilidad de acceso a sus riquezas y de su apertura al mundo exterior a través de una red de transporte y de medios de comunicación.
En Ankara, en 1997, con ocasión de una reunión de los más importantes países musulmanes (Irán, Malaysia, Nigeria, Paquistán y Turquía) se anunció la creación de una nueva organización internacional : el G8 musulmán.        
El primer ministro turco Erbakan, declaró que este acontecimiento constituía « un hito en la historia de la humanidad » y que los Ocho no tardarían en ejercer una influencia decisiva  en la escena política mundial. Estos estados constituyen un intento por « llenar el vacío dejado por la disolución de hecho -en 1989- del Movimiento de los No Alineados nacido en Bandung.
Otros proyectos en curso de preparación se orientan  a la construcción de una línea férrea ultra rápida, que iría de Kuala Lampur a Singapur, reduciendo la duración del trayecto de siete horas a noventa minutos.
Es importante que estas líneas férreas permitan el acercamiento de India y sus 900 millones de habitantes, con Irán, Asia Centrale, China y el Sudeste asiático.

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El desarrollo de los centros urbanos. Como ya lo había soñado Sun Yat Sen, el gobierno chino prevé construir durante las dos o très décadas futuras, 200 nuevas ciudades, que tendrán cada una, un millón de habitantes, situadas alrededor del Puente Terrestre.

Dos fenómenos internacionales se han producido. La República Islámica de Irán ocupa una posición central en la economía global  y en el campo de las relaciones políticas en Asia Central y en el Cáucaso. Irán, debe este importante papel de acercamiento entre las diversas naciones de esta región, tanto a su situación geográfica como a su política extranjera.
Todas las repúblicas de Asia Central a excepción de Georgia, son regiones que no disponen de acceso al mar. Están obligadas de pasar por Irán para poder establecer relaciones económicas con los otros países del mundo. Los estados que quieren establecer relaciones económicas con las repúblicas de Asia Central y del Cáucaso, están a su vez obligados de pasar por Irán, China o Rusia.
Irán y China, son los únicos países que tienen una situación geográfica clave. China tiene una frontera común en Asia Central, con Kazajstán, Kirguizistán y Tayikistán. En cuanto a Irán, éste posee fronteras comunes en Asia Central y el Cáucaso y dispone de rutas terrestres y marítimas con Rusia y el Cáucaso.  Por esta razón, un estudio internacional sobre las vías de comunicación que unan a Irán al resto de Asia Central  es muy instructivo.

Una vía ferroviaria Euroasiática llevada a término.    

Para sacar partido de su situación geográfica, que le confiere un papel clave como punto de encuentro regional y continental entre los países de Asia Central  y ultramar, la República Islámica de Irán, empalmó su red ferroviaria con dichos países y con Rusia.
Esta nueva conexión ferroviaria facilitará el transporte de las mercaderías y de los intercambios comerciales entre Asia Central y otras regiones del mundo, contribuyendo igualmente a dar una mejor imagen de la cultura, religión e historia de esos países. La construcción de la ferrovía de Mashhad-Taja (300 km), que completó la línea Balk-Bandar Abbas (700 km), también fue terminada. Esa red de líneas férreas fue inaugurada el 14 de mayo de 1996.
Este gran proyecto del siglo, llamado por la Comisión Social y Económica  para Asia y el Pacífico de la ONU, « Ruta Ferroviaria de la Seda », fue terminado con la participación de Turkmenistán y sin ayuda internacional. De esta manera se construyó el eslabón que faltaba en la red ferroviaria euroasiática.
Con la puesta en servicio de esta vía ferroviaria, el puerto de Lianyungang, al este de China, se unirá Bandar Abbas al Golfo Pérsico, pasando por las ciudades de Urumqi, Almaty (antigua Alma Ata), Tashkent, Sarakhs, Mashhad y Teherán. Esto permitirá el aceso al mar de las regiones situadas en el interior de Asia Central y la conexión de esta línea férrea con Rotterdam, vía Teherán, Estambul y Europa.
La participación de China en la construcción de algunas secciones de esta red ferroviaria, permitió en noviembre de 1995, la inauguración del trayecto desde el puerto de Lyianyungang a Tashkent.

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En este inmenso continente euroasiático -fuera de China e Irán- un gran número de países asiáticos están en plena mutación. Luego de la reciente y desgraciada experiencia de los « dragones », con su crisis financiera en pleno vuelo por la mortal vía del « crecimiento » a la occidental, algunos países dudan  integrarse al sistema hegemónico mundial norteamericano, llamado « mundialización », como también a encaminarse por la vía de renovación a la cual han sido invitados. Se trata de Japón, India y Rusia. Esta última puede ser el eslabón entre Asia y Europa en este « nuevo puente euroasiático».
Están germinando algunas semillas de esperanza, a partir de principios completamente opuestos a los del monoteísmo del mercado y de la especulación, en beneficio de una economía productiva que crea las infraestructuras necesarias de un verdadero desarrollo humano, de un crecimiento del hombre y no únicamente de la ganancia.
Corea del Sur es un ejemplo del fracaso de la mundialización. Desde 1998 el número de suicidios aumentó en un 200%. El número de enfermedades mentales aumenta constantemente, así como el de niños abandonados en las guarderías, por madres desempleadas sumidas en la miseria. El número de divorcios y la delincuencia han alcanzado cifras alarmantes.
El hundimiento de los pseudo dragones, criados artificialmente por Occidente, víctimas del monoteísmo de mercado, que conduce a la ruptura entre el Norte y el Sur, entre los que tienen y los que no tienen, es la consecuencia inevitable de la contradicción fundamental del sistema, luego de cinco siglos de colonialismo y medio siglo de colonialismo unificado impuesto en Bretton Woods y por la hegemonía del dólar. Los dos tercios del planeta, hambrientos y explotados por los « amos del mundo », son insolventes. Los despidos de trabajadores y el desplazamiento de los campesinos en los dos tercios del mundo, han reducido la demanda en los mercados, engendrando la sobreproducción  como resultado del progreso de la técnica, el hambre y el saqueo de los recursos naturales.
A diferencia de Europa -que sólo tuvo una identidad espiritual bajo el reino de la « cristiandad », y que después, su unidad es únicamente un mercado común abierto y subordinado al mercado mundial norteamericano- los pueblos de Asia continúan nutriéndose de la fuerza que les dan sus espiritualidades tradicionales : el sintoísmo japonés, el confucianismo chino, el Islam iraní, el brahmanismo hindú.
El ejemplo más notable de la victoria del « sentido sobre el poderío », como escribió Zaki Laidi en 1992, fue la epopeya espiritual de Ghandi frente a Gran Bretaña, la más grande potencia militar y económica por entonces.
Más allá de las alianzas pasajeras -que llevaron a la URSS a ser el aliado privilegiado de la India de Nehru, o de Paquistán, el aliado de EEUU, o las agresiones y guerras entre China e India en 1962- queda claro que en ese continente, cuna de todas las espiritualidades del mundo -el Tao, los Vedas, los profetas de Israel y Jesús, el asiático (como decía el cardenal Danielou en su Historia de la Iglesia), « existe el mayor potencial de significación de vida que el mundo conozca en nuestros días, ante la degradación humana del monoteísmo del mercado ».    
Este despertar del hombre que constata una vida desprovista de significación, impuesta por el reinado individualista del dinero, se manifiesta también en otros continentes, no como nostalgia, sino como esperanza, en la teología de la liberación en América Latina ; en el despertar islámico, cuando éste no está parasitado por el integrismo y que reencuentra su universalismo ; en la toma de conciencia de los valores tradicionales de África, largo tiempo agonizantes a causa de la esclavitud, el saqueo colonial y la especulación del capitalismo externo.
De todo esto, que representa a la humanidad en su plenitud y realidad, puede nacer un mundo nuevo que hoy, no tiene otra posibilidad que elegir, entre el suicidio planetario si obedece a las leyes actuales de dominación norteamericana, o que puede tener una auténtica resurrección si como China e Irán -que se proponen construir un puente euroasiático y luego transcontinental, asociando a América y Africa-, nos decidimos a construir la unidad sinfónica del mundo, respetuosa de la especificidad de culturas y de la espiritualidad de cada cual, pero unida por una misma fe para construir el mundo, uno y solidario, gracias a la fecundación recíproca de cada uno, por el conocimiento y el renacimiento de la rica unidad de la naturaleza, de lo humano y divino.              
               
  

La civilización de los trópicos.

A lo largo de la historia humana -desde el descubrimiento del fuego, pero más todavía desde el siglo XVIII con la llamada « revolución industrial »- la utilización de tal o cual forma de energía ha jugado un papel determinante en las relaciones del hombre con sus semejantes y con la naturaleza, en las estructuras económicas, políticas entre los pueblos y, al interior de las naciones, en el plano de la espiritualidad.
Después de la « revolución industrial », Occidente ha empleado sucesivamente el carbón, el petróleo, la electricidad y la energía nuclear.
Si hacemos abstracción de la energía nuclear que fascinó a muchos, pero que plantea problemas irresolutos en lo relativo al almacenamiento de los desechos -nocivos durante siglos y que ha llevado a Alemania a poner término a la construcción de centrales de este tipo-, Occidente fundó su poderío en la explotación de recursos no renovables como el carbón y luego, el petróleo.
El desarrollo de Inglaterra y Alemania tuvo como motor la utilización del carbón.
Esta decisión engendró estructuras sociales completamente nuevas. En primer lugar, la concentración en los centros productores, luego la industrialización mecanizada, que conllevó por un lado la reducción del campesinado (el éxodo rural) y la concentración de la población en « megápolis », donde la comercialización de los productos industriales suscitaba gracias a la multiplicación y la centralización de los centros de distribución y los servicios aferentes, un flujo de mano de obra para los puesto de trabajo que creaba. A parejas de una fascinación de la juventud por las posibilidades de consumo y de entretenimiento que ofrecía. Era sólo un señuelo puesto, que hicieron de las concentraciones urbanas más grandes -ayer Chicago o Detroit, hoy San Pablo o México- ciudades donde reina la miseria, la violencia y la delincuencia.
El petróleo jugó un papel desestructurador y criminal en todo el planeta. En primer lugar provocó la división entre los conquistadores y los países donde éste acrecentaba la dependencia, teniendo como corolario, el subdesarrollo.      
Modificó las relaciones internacionales. El ejemplo más evidente, es la « mundialización » impuesta por EEUU, es decir, la hegemonía fundada en el control de todos los yacimientos de petróleo, que devino el motor del « crecimiento » de tipo occidental, en otras palabras, el crecimiento de la ganancia.
Todas las guerras de EEUU y su política exterior -generadora de guerras- están inspiradas por el deseo de apoderarse de todos los recursos posibles de petróleo. Para hablar sólo del último período, la guerra del Golfo, que permitió dominar la producción de Irak y, bajo pretexto de « proteger a Arabia Saudita », hacer de ella un estado vasallo.
La penuria y el hambre en Somalia (tan trágica como las del resto de Africa) les interesan únicamente cuando las grandes compañías descubren yacimientos « off shore » en sus costas.
Los « embargos » se aplican principalmente a los países productores de petróleo, como Libia o Irán
Las intervenciones devastadoras en Europa, en Bosnia o Kosovo, que no son presas petroleras, tuvieron como objetivo, ejercer un control cada vez más estricto en Europa del Este.
Todo ello para apoderarse luego del petróleo de Bakú y del Mar Caspio, gracias a bases aéreas instaladas cada vez más cerca. Su apoyo incondicional a Israel, verdadero portavión norteamericano en el Cercano Oriente, les permite controlar el petróleo después de la caída del Chah de Irán, su gendarme favorito, la cooperación con Turquía y sus subvenciones a Egipto (las más importantes luego de Israel), todo ello se orienta a neutralizar al mundo árabe. 
A los países productores de petróleo que resisten a esta invasión se les califica como « estados rufianes » y centros de terrorismo, por ejemplo, Libia e Irán.
Los efectos secundarios de este robo de los recursos enegéticos del mundo, son la causa principal de la « fractura » del planeta. La venta del petróleo es en dólares (ese papel que desde Bretton Woods, llegó a ser equivalente con el oro, incluso cuando Nixon rompió la paridad), y conduce a la ruina de los países del Tercer Mundo. Están obligados por el FMI, el brazo secular de EEUU, a arruinarse para pagar sus deudas en dólares y para tratar de iniciar un ilusorio « desarrollo » como los países occidentales.
Están obligados a adoptar sus estructuras políticas y policiales y convertirse en monoproductores de materias primas, según las necesidades de la metrópolis. Después del colonialismo clásico (cuando existían varios, con rivalidades y cada cual con su propia presencia militar), el colonialismo unificado de EEUU, alcanzó los mismos objetivos, sea a través de la formación de dirigentes de dictaduras autóctonas (Escuela de las Américas para los militares de los países de América Latina), o gracias a la corrupción generalizada.
Es notable que escogiendo las energías no renovables, los provisorios amos del mundo han condenado a que su propia « dominación » sea efímera. Los recursos petrolíferos constatados hasta ahora,  aseguran sólo algunas decenas de años de duración a su clientela, e incluso, si nuevos yacimientos fueran descubiertos, no podrían suministrar la energía necesaria hasta fines del siglo XXI. Excluyendo por otra parte, a los dos tercios del mundo del consumo orgíastico reservado a los países del G8, es decir, los países más industrializados del mundo.
Por eso, algunas « semillas de esperanza » ofrecen una alternativa a esta entropía mundial, mostrándonos que es posible gracias a energías renovables, garantizar a todo el planeta -y no únicamente a una parte de los seis mil millones de seres humanos- un desarrollo duradero y solidario.
Los pioneros en esta búsqueda, como Gilberto Freyre, y su libro « El Hombre, la cultura y los trópicos » ; Bautista Vidal, en sus numerosos trabajos, particularmente sobre el « desafío amazónico futuro », que apuesta por una « civilización de los trópicos » ; Sergio de Salvo Brito y numerosos sabios y estudiosos brasileños, han mostrado la posibilidad concreta de asegurar al mundo otra forma de civilización sustentable y solidaria (que no excluye a ningún pueblo), fundando esta civilización en energías renovables.   
Dejaremos la palabra a los pioneros de este nuevo ciclo de civilización, para exponer en toda su amplitud esta formidable inversión, que permitiría como complemento de la Ruta de la Seda en China, alcanzar nuestro objetivo mayor : la unidad sinfónica del mundo, borrando la fractura impuesta por Occidente desde hace cinco siglos.
Primero a Sergio de Salvo Brito y su libro « El porvenir de la civilización de los trópicos » (editorial Universidad de Brasilia, 1990) : « La civilización occidental, que hoy, bajo diversas formas, domina o influencia la economía, el pensamiento, la organización social y el modo de vida de casi toda la población del mundo, se desarrolló a partir de regiones temperadas del Sur del continente europeo.
Desde el siglo XV comenzó la expansión mundial de esos pueblos mediante el comercio y la conquista. Lo que en Occidente se ha llamado Renacimiento, es el desarrollo del racionalismo instrumental de la cultura europea y la superioridad técnica y agrícola que se desprenden de ella. El control de los recursos fósiles de energía y el conocimiento de la técnica de estas transformaciones condujo durante el siglo XIX y XX, a la dominación mundial, al despreciar y destruir a las otras civilizaciones.
En el curso de esta expansión, las gran fuente de poder de la civilización occidental  (en la perspectiva de ese racionalismo occidental que hace abstracción de los fines y multiplica únicamente la potencia de sus medios), fueron los combustibles fósiles  (el carbón en Inglaterra, Francia y Alemania), cuya explotación exigía estructuras políticas centralizadas, las del estado-nación. El desarrollo de la expansión occidental condujo a la decadencia de las otras civilizaciones y tuvo como resultado la aparición de terribles desigualdades :  entre el Norte y el Sur, con el restablecimiento de la esclavitud y de todas las formas de dependencia. Y al interior de los países occidentales, con una polarización creciente de la riqueza y del poder y el aumento de los excluidos.
La exportación de los modos occidentales de técnica y de producción, causó grandes daños desde el punto de vista del desequilibrio económico y la miseria de la mayoría. Los ejemplos más típicos de la destrucción del equilibrio natural, han sido la destrucción de los bosques amazónicos e indonesios, o la explotación de Africa que permite que el desierto del Sahara avance varios kilómetros por año. »     
Un sólo país, con el 6% de la población total del planeta consume 35% de la producción mundial de alimentos, y es inadmisible que 90% de seres humanos que sufren hambre en el mundo, vivan en zonas rurales donde la población no cesa de aumentar. La agricultura « industrializada » que tiene sus centros de decisión en los países ricos, es la responsable de eso. Son las multinacionales de la industria agroalimentaria las que controlan el 85% del cacao, 90% del café, 60% del azúcar y un punãdo de otras grandes empresas, 90% del algodón y 90% de la madera.
La agricultura industrializada, con el empleo intensivo de capitales, es una devoradora de energía. Es por otra parte, un aspecto de la sociedad de consumo, porque el único criterio que retiene es el criterio económico. El neoliberalismo se preocupa sólo de los costes económicos, sin interesarse en el costo social ni ambiental. Su motor es siempre la mayor ganancia posible.
La situación crítica existente en varios países tropicales a pesar de sus potencialidades, es una consecuencia del modelo servil impuesto por los países occidentales desde hace siglos.
Darcy Ribeiro, antropólogo de renombre mundial  denunció en 1991 en el senado brasileño este injusto statu quo internacional : « En nuestro país ha aparecido una nueva moda. Se trata de la sumisión fanática al mundo de los ricos. Una sumisión no sólo económica sino también cultural...Lo que hay que hacer en nuestro país, no es una modernización como aquellas que hemos conocido, que modernizan el sistema productivo para hacerlo más eficiente como proveedor de bienes para el mercado mundial. Tenemos que dar un salto cualitativo y establecer una economía autónoma de los grandes centros de decisión...Debemos unirnos a los otros pueblo explotados, para combatir y poner término al orden económico vigente, que hace que los más pobres paguen la prosperidad de los países ricos, mediante un intercambio desigual internacional insoportable...Tenemos todo para que florezca una civilización bella y solidaria. Tenemos las más grandes y bellas regiones del planeta... ¿Seremos capaces de desarrollar las potencialidades que tiene nuestra tierra ? ¿ O es inevitable que continuemos a enriquecer a los ricos y a empobrecernos ? Tenemos históricamente un proletariado externo al mercado internacional. Nunca hemos existido por mosotros mismos. Hemos existido para servir a los países ricos... ».
De esta manera el futuro de la humanidad no es lo que será sino lo que nosotros mismos forjemos. Ello depende en gran parte, de la construcción de una civilización solidaria y autónoma fundada en el crisol de la vida de los trópicos, esa región que para parafrasear a Heródoto, es un don del sol.
« El sol -dice el profesorVidal- es un gigantesco reactor en fusión nuclear, que funde en su seno núcleos de hidrógeno, liberando así enormes cantidades de energía que son proyectadas a través del espacio sideral hasta alcanzar la Tierra, bajo forma de ondas electromagnéticas calóricas, visibles como los rayos ultravioletas. Es un reactor que situado a una distancia prudente no causa daño. Nos envía rayos limpios, depurados de las ondas ultravioletas, gracias al filtro constituido por la capa de ozono que envuelve a la Tierra. Esta capa protectora está siendo destruida, por substancias lanzadas en la atmósfera, como resultado de un tipo de industrialización, a la base de la cual se encuentra la « racionalidad » de las teorías económicas que expresan los intereses económicos de los países hegemónicos.
Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma. Ese es el primer principio de la termodinámica. Ninguna  ‘ley’ del mercado puede alterar este principio inexorable. Se trata de un principio que rige al mundo físico. Pero esta energía puede ser deteriorada, reducida. He ahí el problema fundamental : la confrontación y la supremacía de esas astutas pseudo leyes del mercado, sobre los principios y las leyes de la naturaleza. El trabajo, la inteligencia, la creatividad y el conocimiento tecnológico son factores necesarios,  pero no suficientes para crear y mantener a las civilizaciones. La base fundamental de su existencia y evolución, está ligada obligatoriamente al potencial energético, siempre nacido del patrimonio natural. No se puede alterar esta realidad física, sin producir graves consecuencias, definidas con rigor por la ciencia ».
Entre los recursos naturales más despreciados e ignorados por las teorías impuestas por los países ricos, está el sol. Los bosques son el resultado -gracias a la fotosíntesis- de esta gigantesca energía enviada por el sol. Es ella la que hace posible los ciclos naturales y garantiza la vida.
La cantidad de energía que cae cada día sobre los Trópicos húmedos equivale a 6 millones de bombas nucleares del tipo Hiroshima. En circunstancias que la civilización del petróleo es « civilización de un día », tenemos la base energética de otra civilización a condición de terminar con la dependencia externa.
El petróleo y el carbón también tienen su origen en el sol. Su formación ha necesitado de 200 a 300 millones de años, en cambio, el carbón vegetal, la energía eólica o la biomasa, se renuevan de manera permanente. La fotosíntesis capta esta energía gracias a las plantas.
A escala mundial, fueron destruidas culturas que estaban mejor integradas a las condiciones del medio y a las formas de organización social correspondientes, para imponer monoproducciones agrícolas como el café, el azúcar, cacahuetes, etc. Del punto de vista industrial se procedió al saqueo del petróleo y luego al de las riquezas mineras. De esta manera se destruyeron no sólo el equilibrio natural, sino también las formas de organización social que habían mantenido el equilibrio ecológico durante milenios.
La decisión de explotar las fuentes de energía fósil no renovables y la lógica interna del sistema, que implica la utilización de cantidades cada vez más grandes de dicha energía, condujo a la situación actual, de agotamiento de estos recursos, tanto que hoy, al ritmo actual de utilización, los recursos provenientes del petróleo existentes indican que en algunas decenas de años se agotarán totalmente, incluso si se descubrieran nuevos yacimientos, que prolongaran por algunos años más la producción de petróleo, su agotamiento total es ineluctable.
Este modo de utilización de las energías no renovables, conlleva la destrucción de las milenarias grandes fuentes de energía renovables. El ejemplo más evidente es el saqueo de la selva amazónica para producir energía eléctrica según métodos occidentales, como las grandes represas hidroeléctricas, que implican en Brasil la inundación y por lo tanto, la destrucción de miles de hectáreas de selva virgen.
Una selva bien explotada puede producir normalmente, entre 2 a 3 estéreos de madera por hectárea anualmente. La misma explotación en la selva tropical puede suministrar entre 40 y 60 estéreos por hectárea al año. Brasil por ejemplo, posee creca de 325 millones de hectáreas de tierras no propicias para el cultivo, pero la mitad (que representa el 20% del territorio nacional) puede ser explotada para la industria forestal de manera apropiada. Ello permitiría producir de manera permanente el equivalente energético de 6 mil millones de barriles de petróleo por año, es decir, casi la producción total de los países de la OPEP.
La utilización parcial de este potencial energético, cambiaría toda la estructura de poder mundial.
En la zona tropical podría instaurarse una nueva distribución de poder, puesto que la mutación histórica de rehabilitación del hombre tropical y de su medio natural, permitiría, a partir de los recursos energéticos renovables, particularmente la biomasa, crear nuevas formas de relaciones sociales y políticas. Esto exige que los depredadores occidentales y sus vasallos, pongan fin a la explotación de estos recursos naturales, fundando un modelo de desarrollo basado en la explotación racional de estos recursos renovables, con todas las consecuencias políticas, estratégicas o ecológicas que resultan.     
El informe titulado « Proyecto energético y tecnológico adaptado al medio ambiente » (Brasilia,1986) indica : « La causa principal de la destrucción de la selva tropical, es el desarrollo de una estructura económica fundada en los modelos tecnológicos importados, que conducen a la degradación del medio ambiente ».  
El caso de la biomasa es emblemático. El problema mayor para su desarrollo no se encuentra en el campo tecnológico sino en el campo geopolítico : « La tecnología relativa a la utilización de la biomasa para fines energéticos, se desarrolló esenciamente en Europa durante el siglo XIX. Tenía un rendimiento bajo, considerando la insuficiente exposición al sol de las regiones temperadas. Con el desarrollo industrial, esos recursos fueron insuficientes y la utilización de la biomasa (leña) fue abandonada. Costumbres ligadas al mimetismo cultural, alentadas por el modelo de desarrollo dependiente, hicieron que esta actitud de los países industrializados fuera copiada por las naciones de la periferia y la alternativa real que ofrece la biomasa se consideró sobrepasada y sin perspectivas. Pero esas concepciones contradicen la realidad y deben ser revisadas a la luz de una comprensión más profunda del potencial de la biomasa energética ».
La energía de la biomasa producida por la fotosíntesis tiene un gran valor estratégico ; ofrece a los países periféricos oportunidades históricamente sin comparación, desde el punto de vista energético, social y político.
La biomasa requiere una inversión de capitales relativamente poco importante en relación a las energías fósiles. Además, puede desarrollarse con los medios existentes, a nivel regional o local.
La biomasa es más que una alternativa energética, ella constituye la base de un desarrollo tecnológico e industrial viable, fundado en datos concretos de la realidad que ofrecen los trópicos, con la integración del hombre a una economía en armonía con su medio ambiente natural.
La biomasa energética situada en Amazonía, particularmente la mandioca, los aceites vegetales, la celulosa, la caña de azúcar, el sorgo, etc., pueden reemplazar a los derivados del petróleo como combustible para motores Diesel y Otto, calderas, turbinas, etc. La producción de electricidad, es por otra parte, una de las aplicaciones de este potencial de biomasa que tiene Brasil : utilización de lignito, aceites y carbón vegetal.
El programa de producción de alcohol llevado a cabo en Brasil - a pesar de los intentos extranjeros por detenerlo- constituye una de las grandes ventajas de este país, que podría reemplazar en el futuro progresivamente al petróleo, y a largo plazo, poner fin a su dependencia energética. Con más de 400 fábricas con un capacidad de producción de 16 mil millones de litros de alcohol etílico, este programa es el más importante en el campo de la biotecnología en Brasil, y uno de los más importantes del mundo. Además si estas potencialidades se extendieran a otros productos energéticos y a otros combustibles substitutivos del petróleo, dicho proyecto podría tener un alcance mundial. En el campo de la biomasa, Brasil se sitúa entre aquellos que disponen de la tecnología más adecuada, como resultado de la existencia hasta en 1979, de estructuras institucionales, coordinación y voluntad política. Más de 1 300 ingenieros e investigadores trabajaban en este programa que después fue interrumpido.
Este inmenso potencial energético que representa la biomasa tropical, constituye un factor que podría hacer cambiar la estructura de poder a escala internacional. Por esta razón, la utilización y el desarrollo de los trópicos -principalmente en América del Sur, Africa y en el Sudeste asiático, han sido sistemáticamente desalentados por los países centrales, que controlan por su parte, las otras fuentes de energía en el mundo.
Dispersada en Amazonía, la biomasa puede jugar también un papel descentralizador, contribuyendo a la distribución más uniforme de la población en ese vasto territorio. En el caso de Brasil, ello ayudaría a la transformación de la organización económica, social y política del país, rompiendo la organización actual, dependiente de la producción centralizada de la energía, fundamental, se dice, para servir a las grandes aglomeraciones urbanas.
La alternativa que representa la utilización de la biomasa, implica una nueva forma de ocupación del territorio y conduce a una nueva concepción de la civilización.
Por supuesto, no se trata de proceder a la depredación sistemática de los bosques, señala J.B. Vidal, sino a una explotación racional de éstos, lo que implica la preservación del patrimonio natural de los trópicos por vía de la reforestación sistemática de los territorios. La utilización de aceites vegetales, ofrece excelentes condiciones para la preparación de substitutos al aceite Diesel. Si se toma como ejemplo la productividad media de 4 toneladas anuales por hectárea, y si tomamos 2 millones de hectáreas en Bahía y 70 millones de hectáreas en Amazonía, se podría pensar en una producción de aceite equivalente a 6 millones de barriles de aceite Diesel  por día, 18 veces el consumo actual del Brasil.
En lo concerniente a la producción de etanol, Brasil podría alcanzar con la tecnología actual, una producción media anual de 6 000 litros por hectárea, gracias a la caña de azúcar y la mandioca. Así una producción de 50 mil millones de litros por año (880 mil barriles diarios de alcohol) necesitaría sólo 8,5 hectáreas, apenas el 1% de su territorio.
La producción de alcohol representa 180 mil barriles de petróleo por día, la creación de casi un millón de empleos directos, la activación de la industria, con la construcción de cerca de 600 nuevas industrias, la producción y la circulación de más de 2 millones de coches utilizando alcohol como combustible.
Extrapolando estas cifras y estos ejemplos a escala internacional, los especialistas afirman que con el desarrollo de las selvas y de los cultivos energéticos tropicales, sería posible satisfacer toda la demanda mundial de combustibles sólidos, líquidos y gaseosos y las necesidades en electricidad por un período prácticamente ilimitado.
Gracias a estas potencialidades económicas, a sus consecuencias sociales y a su extensión cuantitativa, la biomasa puede llegar a ser a mediano plazo, la principal palanca para el desarrollo del mundo tropical, y a más largo plazo, una poderosa herramienta para transformar la estructura mundial de poder . 

Roger Garaudy