11 juillet 2011

Autodefensa de Garaudy contra el sionismo

Un breviario del odio
Hoy, de nuevo, se vuelven a retomar los temas lanzados en 1942 por Théodor Kaufman: "Los alemanes, no importa quienes sean, no merecen vivir...", indicando además los medios para que en 60 años la raza alemana sea completamente eliminada, confundiendo un pueblo entero con sus dirigentes criminales ("Germany must pe­rish"), así como los delirios racistas, paralelos a los de Hit­ler. Clifton Fadiman pedía en 1942 en su semanario "New Yorker" "suscitar un odio ardiente contra todos los alemanes y no sola­mente contra los dirigentes nazis", pues el afirmaba que "la actual agresión nazi no es la obra de un grupo de gangsters sino que es la expresión final de los mas profundos instintos del pueblo alemán"
En 1966, un producto americano de la educación sionista (como Ygal Amir, el asesino de Rabin, o de Baruch Goldstein, el asesino de Hebrón), un tal Daniel Jonah Goldhagen, inspirado por los mismos "breviarios del odio", describe los Alemanes como una "nación de asesinos" en su libro "Hitler's willing executioners" ("Los devotos asesinos de Hitler").
Una operación semejante fue realizada por Bernard Henry Levy, el cual en su libro: "La ideología francesa" se encarniza, al coste de las peores distorsiones de la historia, para hacer de todos los franceses los creadores, bajo el régimen de Vichy, de un "fascismo a la francesa". Vichy seria el fruto de todo la cultura francesa: "Es toda la cultura francesa... que testifica de nues­tra ancianidad en la abyección" (p. 61), ella es la que hace de Francia "la patria del nacional‑socialismo".

Una lectura tribal de la Biblia
El sentimiento de superioridad sionista se parece mucho a la exaltación de la pureza de la raza aria, que sirvió de justifica­ción en la política sangrienta de dominación.
El Rabino A. Cohen, en su libro sobre el "Talmud" (ed. Payot, 1983), que, sin embargo, es muy escrupuloso y atento en la bús­queda de momentos universalistas en la tradición talmúdica, escribe desde la introducción de su libro (p. 19) para excusar por adelantado todos los pasajes discriminatorios: "Le era nece­sario al judío una religión, que no solo lo distinguiera de los paganos, sino que también le recordara continuamente que era un miembro de la raza judía".
Esto es lo que el llama "una frontera de fuego" "que distinga y separe al judío de todos los otros", dice que encuentra la expre­sión más fuerte de esta opinión en Esdras. Esto es, dice, "la semilla de la cual procede el Talmud".(p. 19).
No abordaremos aquí una discusión teológica pero si recordaremos solamente la interpretación política y el sentimiento de superio­ridad que mana de una lectura integrista y literalista.
Se es tanto más hombre cuando más judío se es", escribe el Rabino Eisenberg, que dirige las emisiones judías del domingo en la emisora de televisión Antena II (Fuente Rabino Eisenberg: Una historia de judíos (CAL, 1970).
Tema que es retomado por Elie Wiesel citando el Talmud, en su libro: "Celebración talmúdica" (Ed. du Seuil 1990). El judío es más próximo a la humanidad que ningún otro. Una pretensión tal es la justificación de todos los colonialismo antiguos y también hoy en día justifica la política anexionista de los dirigentes israelíes, de sus ocupaciones, que desafían la ley internacional y de sus agresiones.
Esta lectura tribal de los textos sagrados, bien efectuada por lo extremistas israelíes, bien por los "islamistas" o por los inte­gristas cristianos, son una fuente permanente de conflictos y buscarlos por todas partes es nuestra tarea de hombre: la que apunta a la unidad humana y no a su división. Israel no tiene porvenir en el concierto fraterno de los pueblos mas que si se "des‑sioniza", es decir, solo permanecera si se vuelve fiel a la admirable fe judía de sus profetas: aquella que no apunta a la conquista militar nacionalista y colonialista sino a la irradia­ción del mensaje divino sobre la tierra entera.
Por lo tanto yo no tengo nada que restar de mi libro, que esta en total prolongación de mi batalla por el hombre desde hace más de medio siglo. He cambiado de comunidad cuando ella no aceptaba un replanteamiento de su existencia, de su causa, pero jamás he cambiado de meta: la defensa del hombre, de todo hombre, pues cada uno de ellos es habitáculo de DIOS.

Una lectura profética: el abate Pierre
Esto es lo que precisamente nos une con un amor fraterno con el abate Pierre a través de todo este siglo y cualesquiera que haya sido la diferencia en las vías que hemos seguido para realizar la tarea divina del hombre.
Esta fraternidad no implica ninguna ceguera. Cuando nuestras divergencias existian, desde la huelga de los mineros de 1948 hasta la actitud a tomar frente al tratado de Maastricht, noso­tros hemos confrontado nuestras opciones, sin indulgencia, pero siempre enriqueciendonos de nuestras críticas, tal como conviene al hermano de ayudar al hermano para que tome el camino de la verdad.
Es por ello que los pérfidos ataques dirigidos contra el abate Pierre, porque este rechazaba retractarse del apoyo que me brin­daba, deshonran aquellos que no saben lo que es el dialogo, aun bien sea este conflictivo, y lo que es el amor, la comunión hacia una verdad todo humana, y por lo tanto siempre relativa y humil­de, pero habitada por la fe divina.
¡Cuanta pena dan los que han hablado de "amistad ciega", y toda­vía peor, insultando al Padre, "chochez" senil o de manipulación por su entorno, o de "antisemitismo preconciliar".
Cuando, al empezar este "asunto", tuve una entrevista con el Abate, yo le dije: "Tu sabes, Pierre, cuanto admiro tu acción en favor de los excluidos y sobretodo para los que no tienen domici­lio. Tres millones de Palestinos han sido expulsados de su nación por el terror del sionismo, y millares de libaneses han tenido que huir por las carreteras cuando las agresiones israelíes ¿No crees que tu defensa esta en la linea que prolonga tu acción para la gente sin hogar de Francia?
El profeta inflexible, había pedido perdón en Gaza a los palesti­nos, en nombre de los Occidentales, del expolio de sus tierras y sus hogares (como se lo reprochan "La Tribune juive" y los Kouch­ner), añadiendo que ningún arabe ha sido responsable de los crímenes de Hitler ("cristiano apostata", según decía el abate Pierre).
Ha dicho, en el curso del proceso infame y embustero que me ha sido infligido, que la violencia anulaba la promesa. Denunciando la "política suicida" de los dirigentes israelíes, el usaba el lenguaje de los Profetas judíos, de Amos a Miqueas, que gritaban: "Escuchad pues, dirigentes de la casa de Israel... vosotros que construís Sion en la sangre y Jerusalén en el crimen. A causa de vosotros, Sion sera labrada como un campo, Jerusalén sera un montón de ruinas" (Miqueas III, 1‑12).
El abate Pierre rehuso siempre a llamar tierra prometida a una tierra conquistada, bien por las exterminaciones sagradas de Josué en Jericó o Hebron, o por las matanzas demasiado reales de Beghin y del Irgoun a Deir Yassin en 1948, como a Kafr Kassem en 1956, o en el Libano, de Sharon en 1982 hasta llegar a Pérès en 1966.
Entonces fue lanzada contra él la jauría de los apostatas de la gran fe universalista de los Profetas: Jacques Attali, Schwarzen­berg, Kouchner, y los "grandes sacerdotes", Sitruk y Kahn, que lo hicieron comparecer como Jesús delante del Sanedrin, delante del nuevo tribunal de la Inquisición, encargados de la policía del pensamiento: la "LICRA". Rehusó renegar y fue excluido. Lo que fue desde luego a honra suya y a vergüenza de los fariseos.
No se trataba de una querella "religiosa" como lo ha escrito el sofista Jean Daniel, en su editorial del "Nouvel Observateur" sobre "Las religiones contra la paz". Al contrario, es contra el uso integrista de las religiones para fines politicos que el abate Pierre y yo mismo nos alzamos: judíos, cristianos y musul­manes reconocen un mismo "padre de los creyentes", que no era judío, cristiano o musulman, sino anterior a todos, un "arameo errante", que anunciaba la Alianza de Dios con "todas las fami­lias de la tierra", y es porque estamos habitados por este mismo Dios, que el abate Pierre, yo mismo y todos los que luchamos por la unidad humana, resisten a todas las tentaciones o tentativas de acaparamiento de la promesa divina, que esta en nosotros y en todos, para instrumentalizarla en manos de un nacionalismo o un colonialismo sangrante.
No son, tal como pretende Jean Daniel, las religiones que estan contra la paz, sino las herejias nacio­nalsita, de la cual los dirigentes de Israel dan un ejemplo sobrecogedor, para sacralizar una política de expolio, de agre­sión, de violación de las leyes internacionales,siguiendo la meta que les fue asignadas por su padre espiritual, el ateo Herzl, en su libro "El Estado judio": "Seremos un bastion adelantado de la civilización occidental contra la barbarie de Oriente". 

Revocar la ley Gayssot, ley totalitaria
Solo le queda a la policía del pensamiento que a inculparnos en nombre de una ley, que no solo ha deshonrado el Partido "comu­nista" y el Partido "socialista", que la han patrociando, sino todos los partidos políticos, que después de haberla combatido en la oposición no se atreven a revocarla, cuando están al poder, por miedo del lobby.
Cuando en el curso del debate del 2 de mayo de 1990, en la Asam­blea nacional (Journal Officiel del 3 de mayo 1990) durante la cual fue votada la "Ley Gayssot", el objetivo de la ley estaba precisado: "Se trata de instituir una nueva incriminación orien­tada a reprimir lo que se llama "revisionismo" (J.O., p. 912) "el revisionismo debe ser sancionado porque es un vector del antise­mitismo".
Un postulado escondido de este texto es que solo existe "crimen contra la humanidad" cuando se trata de judíos. La sesión se desarrolló bajo una alta vigilancia. Un diputado hizo notar que (J.O. 905) "Asistimos a esta noche a una extraordinaria puesta en escena. Durante los debates extrañamente vimos muchos periodistas y cámaras de televisión. Se nos quiere intentar demostrar que los que votaran "contra" rehúsan luchar contra el racismo".
El Señor Toubon (actualmente Ministro de Justicia) precisa: "No es una ley contra el racismo, es una manipulación" (J.O., p. 929) y añadió: "La ley que van a votar corresponde únicamente a un efecto de imagen sobre los medios de comunicación" ¿En provecho de quién?
Ya en un articulo del 5 de julio de 1983 en "Liberation", el Señor Luc Rozenzweig, escribía: "La LICRA goza de un privilegio inaudito: la ley del 1 de julio 1972, que reprime la discrimina­ción racial... le delega el poder decir, con un automatismo absoluto, quien es antisemita y quien no. Solo ella juzga de la oportunidad de las querellas y dirige, en el marco de la ley, el brazo de los jueces, reducidos en este tema a ser los notarios del registro de la infamia".
La ley "Gayssot" acrecienta todavía más este poder y el Señor Toubon precisa: "Esta proposición (en relación al articulo 7. R. G. ) ha sido hecha por la LICRA, en el curso de los trabajos de la Comisión consultiva de los Derechos humanos". (J.O. p. 948).
Añadiremos que, hoy en día, ¡Es precisamente el Señor Kahn, Gran Maestre de la LICRA, que es presidente de esta comisión!
Votaron contra la ley "Gayssot" los señores Chirac, Juppe, Se­guin, los actuales ministros de Justicia y del Interior (los señores Toubon y Debre) y 265 diputados. Uno puede preguntarse qué o quién les impide revocar esta ley que, entonces denunciaron tan claramente.
Un gran jurista francés, profesor de Filosofía del Derecho en la Facultad de Assas y miembro del Instituto, el Señor François Terré, escribe: "Este texto, de espíritu totalitario, ha insti­tuido el delito penal de negacionismo. Le toca al jurista velar por la salvaguardia de las leyes fundamentales que la ley Gayssot vulnera: la libertad de opinión y de expresión... No es tanto delante de los tribunales que la historia debe de encontrarse sus jueces... Entonces, ¿como obstaculizar la aplicación de ley Gays­sot puesto que, aquellos que antes de su promulgación, habrían podido hacerla anular por el Consejo Constitucional (Presidente de la Republica, Presidente de la Asamblea Nacional y del Senado, 60 diputados, 60 senadores) no han tenido la valentía?". El autor propone de recurrir a la Corte Europea de Estraburgo para acabar de una vez con "el carácter detestable de una ley que restablece el delito de opinión" ("Le Figaro" del 15 de mayo 1996).
Es bien triste que sea necesario recurrir a una instancia extra­njera para recordar a Francia que es un estado de derecho.
En el mismo número del periódico un lector habla de la "peligrosa esquizofrenia de un país en el cual Salman Rushdie es un héroe mientras que Roger Garaudy tiene prohibido expresarse y el abate Pierre es entregado al desprecio publico".
El presidente de la LICRA en Suiza, el diputado Vodor había pedido que se pusiera un juicio (en Suiza) el Señor Georges André Chevallaz, antiguo Presidente de la Confederación Helvética, escribe: "En tanto que historiador me llama la atención el espí­ritu de maccarthismo y de caza de brujas, cada vez que se toca al Holocausto" (Journal de Genève, del 2 de mayo 1996).
En Francia, cuando el debate del 21 de junio 1991, en la Asamblea Nacional, un diputado, el señor Toubon, actual ministro de Justi­cia, proponía rechazarla: "Es un muy grave error político y jurídico... una ley de circunstancias... es resbalar hacia el delito de opinión... el principio consiste en querer fijar la verdad histórica por ley en vez de dejar decir la historia. Esta ley, yo estoy seguro, no será aplicada jamás" (Journal Officiel del 22 de junio 1991, pag. 3571).
Hoy en día todavía otro diputado invita a una reflexión sobre "la verdad oficial que coagula la historia". Recordando que la ley fue votada en el momento del cementerio de Carpentras, explica, bajo el titulo "una ley nefasta", las condiciones de voto: "una especie de chantaje implícito ha sido ejercida sobre los parla­mentarios: todo diputado que no hubiera votado esta ley habría sido considerado como sospechoso de negacionismo...Grupos influ­yentes crearon en aquel momento un clima malsano..." "Se trata de una ley que instaura una verdad oficial. Lo que es propio de regíme­nes totalitarios. No de una democracia". ("Le Figaro", viernes 3 de mayo 1996).
Si uno recuerda (tal como lo hace Max Clos en su "Bloc. Notas de la semana." en el mismo número) que "la ley Gayssot del 13 de julio 1990 hace un delito del "negacionismo", es decir la negación de los crímenes cometidos por los nazis contra los judíos" se adivina cuales eran "los grupos influyentes" que ejercían "un chantaje implícito" sobre los parlamentarios y porque, hoy en día, no tienen la valentía de hacerla anular, como dice el Profe­sor Terré.
Ahora ya sabemos quien manda y quien teledirige los Presidentes de la Republica (antiguos o nuevos), las Asambleas, los medios de comunicación, los Partidos, como las Iglesias, y cuán difícil es, a través de estas calumnias y de estos silencios, de ayudar a los franceses de buena fe de liberarse de medio siglo de "lavado de cerebro", que encubren la función que juega la mentira en la estrategia de dominación mundial de los Estados Unidos y de su guardián merce­nario de los petróleos del Medio Oriente por un proyecto de desintegración de todos los Estados de la región (siendo el Plan "Kivounim" solamente un esbozo).

Pero a contraluz, la verdad amanece
Los esfuerzos para hacernos callar serán vanos. Para esto habría que matarnos. Las oleadas de odio contra nuestros escritos desfi­gurados, verdaderos llamamientos al crimen, muestra que algunos ya lo han pensado, del mismo modo que solo encontraron el presi­dio para amordazar a Dreyfus. Pero ello solo seria una prueba más de que no tienen ningún otro argumento.

Anexos
Carta del abate Pierre a Roger Garaudy
Muy caro Roger,
Tú ya conoces los limites de mis fuerzas. Ellas disminuyen cada día aunque muchos estén persuadidos que son grandes porque mi voz todavía es sonora y porque en cuanto yo tengo la convicción de que un hecho o una cuestión crean injusticia y falsedad, yo me crezco, pero ello será por poco tiempo.
Pido perdón por hablar tanto de mí, pero es para explicarte a ti, y a todos aquellos a los que consideraras útil hacer conocer mi carta a qué se debe que yo haya tardado tanto (a pesar de los contactos telefónicos) en hacer publicas mis certezas, en lo que te concierne, en relación a tu persona, que yo ya conozco desde hace 50 años y en lo que concierne a tus actos, desde los más íntimos a los que tienen las mayores consecuencias publicas.
Diputado comunista, tú fuiste el primer interlocutor con que el que me encontré para debatir y el recuerdo de ello me es inolvi­dable, porque yo creo que fue fructífero para el uno y el otro.
Tu libro más reciente me ha llegado cuando estaba realmente exhausto para otras tareas urgentes. Ya no puedo leer mucho, a mis 83 años, de todo lo que me llega, no te­niendo más que 2 horas por la mañana y 2 horas por la tarde en donde puedo realmente trabajar.
Tú conoces mi pensamiento sobre el aplastante drama milenario que no cesa, sabes que lo he madurado desde hace muchos años y tú sabes como este pensamiento se extiende mucho más allá de los únicos dramas contemporáneos.
Sobre esto ya hemos tenido graves entrevistas.
De tu nuevo libro, me es imposible hablar con todos los cuidados que reclaman, no sólo de su tema fundamental, sino también la sor­prendente y brillante erudición, escrupulosa, sobre la cual cada tema tratado se fundamenta, tal como he podido constatar al recorrerlo.
Alrededor mío algunas personas, cuyas exigencias y competencia son grandes, lo han leído enteramente y me han dicho todo aquello que su lectura les ha aportado.
Voy a hacer todo lo posible, ya me estoy dedicando a ello, para que pronto historiadores auténticos, con la misma pasión de la verdad que la tuya se dediquen a debatir contigo.
Los insultos contra ti que he podido conocer (incluso en un periódico que yo aprecio por su habitual objetividad) son des­honrosos para todos aquellos que te agobian.
Yo quiero, en este carta, esforzarme por hacer publicas dos convicciones, una, en pocas palabras concierne a tu persona, la otra (todavía, seguramente, aunque expresada imperfectamente) es sobre lo que toda mi vida de fe y amor me ha ayudado a concebir de la sucesión de hechos históricos, sobre los cuales yo pienso con tristeza, que toda la fe, admirable, (pero desde hace tantos años replegada sobre sí misma) de este pueblo, de mis hermanos, se limita, sin entender que la llamaba a una misión de otra y noble grandeza.
La Providencia me dado, en otros tiempos (que me parecen todavía tan cercanos) de poder, al riesgo, voluntariamente aceptado, de mi propia vida, venir a socorrer aquellos que pude. Debido a ello, yo permanezco particularmente sensible a todo aquello que al concernirles, hace que tantos dolores se repercutan en ellos y luego en su entorno, como algo sin fin.
Sobre ti y tu vida, unas pocas palabras bastan. Tú eres uno de estos hombres, que no cesara jamás, hasta llegar al cara a cara con el Amor Infinito, de estar desasosegado por una sed devorante de Absoluto.
Yo tengo lastima de aquellos que son tan superficiales, o urgidos por otros "motivos diversos", no hayan sabido respetar y amar tus investigaciones y la manera con la cual (durante toda tu vida), has querido cosechar y recoger todo Absoluto, aunque fuera uno de sus fragmentos, en todas las espiritualidades, las cuales sinceramente se reparten (y, a veces, engañadas, se combaten) los humanos de toda la tierra y de todos los siglos.
No es sin un cierto temblor doloroso y una gran humildad que yo evocare otra de mis convicciones en lo que concierne a la porción judía del universo humano.
Todo comenzó, para mí, en el choque horrible que me embargo, cuando después de años de estudios teológicos, he descubierto el libro de Josué. Ya una turbación muy grave me había sobrecogido al comprobar, poco antes cómo Moisés, al llevar "las Tablas de la Ley", que, en fin, decían, "No mataras", al ver el Becerro de Oro, ordeno la matanza de 3.000 personas de su pueblo. Pero con Josué yo descubría, aunque ciertamente contado unos siglos después del suceso, cómo se realizó un verdadera "Shoah" sobre toda vida existente en la "Tierra Prometida".
Algo gritó en mí: "Si tú me prometes un coche, y, luego, por la noche, vienes, matas al guardia, robas el coche ¿Qué puede quedar de la "Promesa"?
¿Acaso la violencia no destruye el fundamento de la Promesa? Ciertamente que, luego, quedará, repetida sin cesar, la Alianza con el pueblo (no único, me parece, aunque quizás único en tanto que pueblo fuertemente constituido) que tiene, en su conciencia, la noción del Único Eterno (aunque desde luego sin ser conocido todavía plenamente como teniendo por esencia el amor. Esta reve­lación yo la veo con Jesús. Jesús que fundara la fe trinitaria: Deus caritas est.
Pero ¿El alcance de esta Alianza llega todavía a este rincón del mundo (que debemos llamar no "Tierra Prometida" sino "Tierra Santa"), cubierta de crímenes, sino también de santos profetas?
Yo no puedo concebir ya "prometida" por Dios (aunque se le atri­buya la orden de masacrar (Y esto ¿No es ultrajar a Dios?). Solamente este rincón de tierra por el cual tanta gente muere todavía.
¿Acaso la Alianza no es el enviar en misión a todo Israel para que lleve la fe que ha recibido a la tierra entera?
La tierra prometida es prometida a todo creyente (por lo tanto a todo judío) Yo no puedo abandonar la idea de llevar a la tierra entera la Alegría de conocer el Dios verdadero.
¡Oh! Cuánto me gustaría ser todavía suficientemente joven para emprender con mis equipos fraternales la realización de la misión recibida primeramente en Israel y luego en Jesús.
Yo no ignoro que el repliegue de Israel es en parte debido al extraño vuelco de la historia provocado por Constantino después del edicto de Milán y las nefastas consecuen­cias que de ello se siguieron acompañando a sus beneficios.
Una intención del Papa en el año 2.000 fue la de confesar los errores históricos que han acompaña­do el celo de las misiones cristianas.
Ojalá no subestime el antisemitismo de la Iglesia cuando se han usado las palabras "pueblo deicida", una pura insensatez, pues ¿acaso no es para todos los pueblos que Jesús. se ofreció como rescate?
En este tiempo nació, en lugar de los martirios prohibidos al fin, la desastrosa costumbre (para suplir la decadencia del imperio) de estructuras de privilegios: príncipes‑obispos, papas‑reyes... en todos los sentidos, hasta los más abusivos en esta confusión entre espiritual y temporal.
Roger, de todo ello, nosotros, dos viejos, debemos todavía hablar y preguntar a quien sepa más que yo.
Te lo ruego, reten estas líneas casi ilegibles que leeremos juntos al teléfono, la fuerza de mi afectuosa estima y de mi respeto por el enorme trabajo de tu nuevo libro. Confundirlo con lo que se ha llamado "revisionismo" es una impostura y una verda­dera calumnia de inocentes.
Te abrazo y te aseguro que tú y los tuyos siempre estáis presen­tes en la ofrenda de cada día con las pocas fuerzas que todavía me quedan.
Tu hermano:
Abate Pierre

El testimonio de un Pastor protestante
11 de mayo 1996.
Querido Abate Pierre, querido Roger Garaudy:
Estoy triste por toda la corriente de odio y desprecio con el que acaban de abrumaros. Y que revela los verdaderos sentimientos que muchos llevaban en su corazón. Como si intentar arrastrar por el barro al Abate Pierre, este hombre entregado, sobrevalorara al que lo juzga y condena.
Y usted, Roger Garaudy, al encarnar las dos fobias francesas acaba sufriendo el que fácilmente se pueda “matar dos pájaros de un tiro”: el comunismo y el Islam. Se diría que lo hace usted adrede.
Usted quiere a los judíos, lo ha demostrado incansablemente, mucho más que estos dadores de lecciones. Pero he aquí, que también quieres a los Palestinos y a los árabes, en general, musulmanes en su mayoría y algunas veces cristianos. Todos hermanos Palestinos y árabes, humillados desde hace tantas generaciones, colonizados, despojados, golpeados por doce años, encarcelados, hambrientos. Y usted tiene razón en amarlos y querer para ellos la justicia y la paz. Nadie ha comprendido (nadie más que usted lo ha explicado tampo­co) que es por su causa que usted se ha lanzado en esta loca empresa que consiste en intentar explicar (a unos ignorantes y a gentes que no quieren saber nada de ello) cuáles son las conse­cuencias de la odiosa exterminación de los judíos sobre el desti­no de los Palestinos y a los árabes que no tenían nada que ver con los pogroms polacos o rusos, el asunto Dreyfus y los campos de concentración y exterminio. Sin embargo son los Palestinos y los árabes que han sido despojados. No se quiere demostrar que no sentimos la abyección y el horror de las matanzas antisemitas, sino el uso que se hace de ellas para justificar la creación y la extensión permanente del Estado de Israel que encubre locas injusticias. Hacer de "Auschwitz" un argumento político para sostener Is­rael es exponerse a que este argumento sea rebatido. Y cuando se rechaza un nuevo examen histórico del periodo nazi, cuando se considera que el estudio del expediente ha concluido ¿acaso no es que realmente se intenta impedir que la legitimidad del Estado de Israel sea replanteada así como su comportamiento? Pero no se puede nada contra la Historia. Tarde o temprano todo se sabe.
Me gusta que sea un historiador judío (por el que tengo un inmen­so respeto) el que haya escrito en "Les Temps Modernes", hace 30 años, el maravilloso informe sobre "Israel, hecho colonial". ¿Tiene razón o no? Y si es cierto que la colonización de Palesti­na ha sido elaborada por el movimiento sionista hace cien años, cuando el apogeo de todos los colonialismos ¿No es de suponer que este domino colonialista acabara como los demás? Se haría mejor en reflexionar antes de lanzar anatemas. ¿Acaso Arafat no ha aceptado pagar un tributo muy pesado por la paz? Así como también los pacifistas israelíes, incluyendo Rabin.
Se llama "negacionistas" a los nazis de hoy en día que quieren revisar la Historia para dar razón a los nazis de ayer. No se me hará creer jamás (después de leer las declaraciones del Abate Pierre y del libro de R. Garaudy) que estos dos hermanos míos se han convertido al nazismo.
Se ha dicho que la teología del Abate Pierre esta obsoleta. Yo conozco algunas que lo están todavía más y que harían bien en ser más modestas.
En cuanto a vosotros dos, hermanos, los combates que lleváis, con la edad que tenéis, para concienciar a los que tienen necesidad de ello, fuerzan el respeto y contribuyen a la esperanza.
Pastor Roger Parmentier.

El grito de un deportado
Partidario de de Gaulle desde 1940, ex miembro de las Fuerzas Fran­cesas Libres (FFL), fui arrestado en octubre 1943 y estuve depor­tado durante 18 meses en Buchenwald y luego en el infierno de Dora, en donde millares de deportados franceses han dejado su vida para la fabricación de los V1 y los V2 en la fabrica subte­rránea, ahora soy un invalido casi total.
Os cuento todo ello para decir que he compartido con nuestros camaradas judíos todas las pruebas de los campos.
Una vez aclarado este punto, yo planteo la siguiente pregunta a los periodistas: ¿Con que derecho negáis a los que fueron deportados el derecho de refutar ciertas tesis erigidas en postulados, no por los deportados judíos, sino por ciertos dirigentes sionistas?
¿En que sociedad vivimos, en donde no tenemos el derecho de criticar, de la manera que sea, a los judíos, los israelíes, los sionistas, sin ser automáticamente etiquetado como antisemitas y racistas?
Que los periodistas sepan una cosa: la gran mayoría de los depor­tados en los campos nazis no fueron judíos, aunque todos los medios de comunicación de masas hayan acreditado la tesis que sólo los judíos han sido deportados y exterminados.
Que sepan también que en Francia hay aproximadamente 250.000 deportados, de los cuales 25.000 judíos franceses. Volvieron entre 80.000 y 100.000, y entre ellos unos 15.000 judíos.
Nadie habla de estos deportados no judíos. ¿Por qué? Se habla de Auschwitz a propósito de la Shoah, pero se olvida decir que, solamente en la fábrica subterránea de los V1 y los V2 de Dora, varios miles de deportados franceses murieron de agotamiento y de malos tratos. Dora era también un campo de exterminio por el trabajo y el hambre.
En cuanto a Auschwitz, es cierto que aproximadamente 800.000 judíos de toda Europa perecieron allí, a partir de finales de 1943, pero no hay que olvidar que los primeros deportados exter­minados fueron cerca de 400.000 soldados soviéticos, a los cuales hay que sumar 150.000 gitanos y de 500.000 a 600.000 Polacos y deportados de otras nacionalidades.
De esto tampoco se habla ningún lugar. Entonces ¿Por qué hablar sólo del sacrificio de los judíos y ocultar el martirio de los otros deportados? Ellos también tienen derecho a la memoria.
Garaudy, en tanto que ex‑deportado, no dice otras cosas cuando afirma que se ha ocultado la deportación de los "no‑judíos" y que se denuncia la manipulación de las cifras puesto que al empezar se hablaba oficialmente de 4.000.000 de judíos exterminados en Auschwitz y que ahora esta cifra se evalúa en 1.000.000.
¿Es ser "revisionista" o "negacionista" o incluso antisemita afirmarlo?
Los campos no eran monopolios de ninguna raza, clase social o país. Estábamos todos en pie de igualdad frente al sufrimiento y a la muerte.
No podemos aceptar que la deportación esté actualmente monopoli­zada por algunos y que algunos periodistas, que no han vivido la deportación ni la guerra, se permitan sostener tal manipula­ción.
Gaston Pernot*

La indignación de un escritor israelita
Cana, 102 muertos sin rostro.
Hemos matado 170 personas en el Líbano, en su mayor parte refu­giados, en el curso del mes de abril 1996. Buena parte de ellos eran mujeres, ancianos, niños. Hemos matado 9 civiles, de los cuales un niño de 2 años y un centenario, a Sahmour, el 12 de abril. Hemos matado 11 civiles, de los cuales 7 niños, en Nabayeh, el 18 de abril. En el campo de refugiados de la ONU, en Cana, hemos matado 102 personas (...)
Hemos tenido cuidado en dar la muerte de lejos. De una manera totalmente secular. Sin la idea arcaica de pecado, sin la preocu­pación antidiluviana de considerar al hombre a imagen de Dios y sin la prohibición primitiva de "No matarás".
Nuestra coartada de bronce quiere que no seamos responsables de nada; que la responsabilidad recaiga sobre Hezbollah. Coartada más que dudosa; pues en cuanto hemos decidido desencadenar un ataque masivo sobre una región civil del sur de Líbano (aun cuando Israel no corría ningún riesgo vital), hemos decidido inmediatamente verter la sangre de equis civiles inocentes. A partir del momento en que hemos decidido expulsar medio millón de personas de sus casas y bombardear los que habían quedado atrás (aún cuando en Israel no teníamos ni una sola víctima civil), nosotros, en realidad, habíamos decidido ejecutar varias decenas de entre ellos. Ello nos ha permitido tomar estas crueles decisiones sin vernos como unos granujas.
Los hemos matado porque nos ha permitido matar la distancia entre el carácter sacrosanto cada vez más extenso que nosotros atribuimos a nuestras vidas y el cada vez más restringido que reconocemos a las de los otros.
Creemos de la manera más absoluta que, con la Casa Blanca, el Senado, el Pentágono, el New York Times a nuestro lado, sus vidas no pesan lo mismo que las nuestras. Estamos persuadidos que con Dimona (base nuclear de Israel), Yad Vashem y el museo de la Shoah entre nuestras manos nos toca en verdad el derecho de anunciar a 400.000 personas que deben evacuar en ocho horas sus domicilios. Y que nos correspondía el derecho de hacer llover 16.000 obuses sobre los pueblos y sus poblaciones. Que tenemos reservado el derecho de matarlos sin padecer ninguna culpabili­dad. Bajo ningún concepto...
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*Doctor en Derecho. Commandeur de la Legión de honor. Paris.
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